Brett se remojó los labios, preparando su discurso.
- Hola, eh… sólo quería saber si puedes salir hoy en la noche. Sólo quiero hablar un rato, estos días han sido mortales para mí. Siento que me voy a volver loco. No se si sea una indiscreción, a estas alturas y como se dieron las cosas. Espero que no tengas resentimientos. Sólo quiero platicar, Laura. Estoy muy confundido. Gracias, bye.
El buzón del número de Laura guardó el mensaje. Daniel guardó su celular en el bolsillo del pantalón. Se miró en el espejo durante unos segundos, examinando su terrible aspecto cadavérico. Se colocó una gorra para ocultar sus rasgos demacrados, tomó su chamarra y salió de su cuarto.
En las escaleras, sus padres le preguntaron a dónde iba.
- Sólo a caminar un rato, mamá – les contestó.
- Daniel – su madre lo miró seria y fijamente – no quiero que vuelvas a entrar al panteón. Por favor, no quiero sacarte de los separos otra vez.
Los ojos de Daniel, inundados de una agonía ahora habitual, la miraron detenidamente. Tú no entiendes, le gritaban. Su madre estaba segura de haber comprendido el mensaje.
- Por favor – le repitió.
Daniel salió de la casa sin responder. Se colocó su rompevientos y se subió el cierre hasta el pecho. Introdujo su mano en una bolsa del pantalón. Sacó de ahí una cajetilla y un encendedor de combustible. Echó a andar por la acera de su calle hasta perderse en la esquina.
Apuesto a que nunca soñaste con esto, ¿verdad? Nunca pensarías que después de las jodas que te daba por tus vicios, alguna vez adoptaría uno de los tuyos. Puta madre. Yo tampoco lo pensé. Puta madre. Como te extraño, hermano. Me haces una pinche falta como no tienes idea, cabrón. Todo se siente tan raro ahora que ya no eres parte de este contínuo devenir. Mi vida social ha perdido el sentido que tenía. Ya no me interesa estar con nuestros amigos como antes. Aunque bueno, nunca fueron más amigos míos que tuyos.
- Hola, eh… sólo quería saber si puedes salir hoy en la noche. Sólo quiero hablar un rato, estos días han sido mortales para mí. Siento que me voy a volver loco. No se si sea una indiscreción, a estas alturas y como se dieron las cosas. Espero que no tengas resentimientos. Sólo quiero platicar, Laura. Estoy muy confundido. Gracias, bye.
El buzón del número de Laura guardó el mensaje. Daniel guardó su celular en el bolsillo del pantalón. Se miró en el espejo durante unos segundos, examinando su terrible aspecto cadavérico. Se colocó una gorra para ocultar sus rasgos demacrados, tomó su chamarra y salió de su cuarto.
En las escaleras, sus padres le preguntaron a dónde iba.
- Sólo a caminar un rato, mamá – les contestó.
- Daniel – su madre lo miró seria y fijamente – no quiero que vuelvas a entrar al panteón. Por favor, no quiero sacarte de los separos otra vez.
Los ojos de Daniel, inundados de una agonía ahora habitual, la miraron detenidamente. Tú no entiendes, le gritaban. Su madre estaba segura de haber comprendido el mensaje.
- Por favor – le repitió.
Daniel salió de la casa sin responder. Se colocó su rompevientos y se subió el cierre hasta el pecho. Introdujo su mano en una bolsa del pantalón. Sacó de ahí una cajetilla y un encendedor de combustible. Echó a andar por la acera de su calle hasta perderse en la esquina.
Apuesto a que nunca soñaste con esto, ¿verdad? Nunca pensarías que después de las jodas que te daba por tus vicios, alguna vez adoptaría uno de los tuyos. Puta madre. Yo tampoco lo pensé. Puta madre. Como te extraño, hermano. Me haces una pinche falta como no tienes idea, cabrón. Todo se siente tan raro ahora que ya no eres parte de este contínuo devenir. Mi vida social ha perdido el sentido que tenía. Ya no me interesa estar con nuestros amigos como antes. Aunque bueno, nunca fueron más amigos míos que tuyos.
1 comentario:
Eso explica por qué fuma tanto...
No comprendo... el aspecto cadavérico debe signifcar algo....
Conjeturo.
Jaa na !!
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