My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


martes, 12 de febrero de 2008

Cementerio

Sentado a los pies de la tumba de Seth, contemplaba las estrellas, compitiendo contra el brillo nocturno de la ciudad. El resplandor naranja opacaba a las más lejanas, rindiéndose solamente ante Marte y la Luna. Sin demorar mucho, las lágrimas nublaron mi vista. Tenía un leve dolor de cabeza por meterme cinco cigarros en menos de una hora, pero en esos momentos estaba seguro de que lo valían. Valían el momento, el recuerdo de mi hermano por elección. Lloré durante una hora y media, con la certeza de que fueron tres, hasta quedarme dormido junto a su lápida.

A las dos de la mañana, Cipriano Gómez hizo su ronda obligatoria a través de todo el cementerio, seguro de que encontraría al muchacho dormido junto a la lápida del adolescente quemado. Con una mueca de tristeza auténtica, lo cubrió con un grueso sarape que había comprado ese mismo día. El muchacho era inofensivo, sólo necesitaba tiempo para superar la pérdida. Después de haber llamado a la policía la primera noche, se sintió arrepentido y se negó a reportarlo por segunda vez.
El muchacho aceptó el sarape y lo jaló para cubrirse los hombros, mientras que Cipriano estiraba la parte inferior para proteger sus pies.
- Estos muchachitos de hoy ya no se conforman con extrañar a sus amigos. Ahora les hacen compañía en el panteón – murmuró, mientras regresaba a la reja frontal.

Me despertaron a las cuatro de la mañana. Mi mamá me despertó a base de sacudidas y golpes en el cuerpo. Según sus balbuceos, llevaba toda la noche esperando por mí, y nunca me aparecí. El velador trataba de calmarla, diciéndole que no le afectaba que me durmiera aquí, pero mi madre lo callaba alegando que ese no era el punto.
- El niño extraña a su amigo – continuaba.
- Señor, por favor no se meta. Además esto no es una conducta normal – espetó mi madre.
Me valía más actuar como si dormir en un panteón fuera uno de los actos comunes y cotidianos más comunes y cotidianos de la vida. Agradecí al velador por el sarape y acompañé a mi madre – quien por ese entonces no dejaba de gritar y pegarme en cualquier lugar – al carro.

1 comentario:

Ometopía dijo...

Dormir ante la tumba... vale... eso es algo que podría llegr a hacer... que bueno que no lo hice ni hago.
No me gusta cómo suena la palabra "quemado" en la oración.

Jaa na !!