My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


jueves, 30 de diciembre de 2010

Día 364. De lo último del año

Hago la que quizás sea la última anotación del año. Entre la meditación y mi recién aumento de nivel (un sistema de logros que implementaré de lleno en 2011), me encuentro ante un año en extremo gris. Por supuesto mis propósitos no se cumplieron, y es que aunque por ahí leí que era mejor hacer tres o cuatro con un verdadero compromiso, en lugar de doce medio irrealizables, las circunstancias y decisiones claramente me llevaron por otra senda. Dichas metas serán ahora recicladas para este año, y, dado el crecimiento inteletual y emocional que tuve, espero ahora sí, cumplirlas al cien por ciento.
Del 2010 puedo decir que llegué a tener una redondez y lucides en mi vida como en pocas ocasiones la he tenido. Hubo de todo, rutinas, no rutinas, gastos, ahorro, trabajo, problemas, amistad, amor, etc. En los niveles de afecto me considero suertudo y vacío a la vez. Es un hueco que no logro comprender.
Mis metas personales se vieron afectadas por sucesos inesperados:

1. El ahorro y el tiempo que sería dedicado de lleno a la escritura vio dividida la atención ante un inesperado English Teachers Diploma que pareció haber salido de la nada. De igual manera atendí dos talleres de creación literaria. El primero me resultó en extremo provechoso y el segundo fue un mal refrito del primero, del cual no pude sacar gran ventaja.
Lo anterior, además de mi chamba en el periódico, vino a complementar la parte intelectual, y a desequilibrar el precario ahorro que había intentado llevar en mis finanzas.

2. El aspecto del ejercicio, mi mayor enemigo, vio cumplirse el reto máximo hasta la fecha: completar más de cuatro semanas de asistencia ininterrumpida. Sin embargo, tras romper la primera meta, volví a caer en la inasistencia, de manera permanente, desde finales de agosto a la fecha. Sobra mencionar que gané lo poco que había perdido y establecí un nuevo récord para mi peso que no quiero descubrir, por temor a una depresión mayor.

En fin, que se cumplieron más metas de las que se rompieron. Este año aprendí demasiado sobre cosas que no esperaba aprender, eché un vistazo a las mentes juveniles de hoy y me llevé varias gratas sorpresas. Ahora conozco que la energía esta ahí, pero el desinterés al que los adultos se refieren proviene de otra parte.
Fui testigo del más puro de los amores, amistades inquebrantables, una obsesiva vocación por por el futuro, planificaciones meticulosas, crecientes rencores, amor por lo más puro y esencial de la vida, cariño desinteresado, miradas cálidas, corazones distantes, apatía de quien no me lo esperaba, bastiones de fuerza, pilares de seguridad, cadenas de apoyo, fe inquebrantable, y un profundo y verdadero amor por la vida.
Hoy se que el problema no es la juventud, ni los alumnos apáticos, son los profesores flojos, indiferentes, aquellos que no motivan ni un ápice el aprendizaje, que no se involucran por mera hueva, que poco les importa que un estudiante llore en silencio, mientras no le distraigan a la "clase", y que se dan por satisfechos si la mayoría pasa, y si no, los pasan sin que realmente lo merezcan.
He visto y aprendido en silencio, sin que nadie lo note, cómo la fuerza del espíritu resplandece en las pupilas, como los alientos de esperanza pueden venir de quien menos lo esperes, que un adolescente a veces entiende mejor los asuntos del corazón que un adulto con "experiencia".
Sé que estos mismos jóvenes están apenas aprendiendo, creciendo, y que mientras hoy se atreven a amar sin restricciones, mañana podrían cerrar las puertas por miedo a ser lastimados.
Pero eso no importa, la vida es fugaz, incontenible, excelsa, la vida y el amor se viven hoy, se sufren mañana, remordimientos aparte.
De ellos me llevo ese aprendizaje, ese valor por el momento, por la vida, por las sonrisas, por los amigos, los compañeros, las ansias por comerse al mundo, por vivir, disfrutar y saborear los más vanos placeres del mundo como si fuera la primera vez.
Y quizás sea así.
 Y que mas da, seguir el ejemplo, al fin la vida es una y el tiempo, corto.

Reír. Amar. Vivir.
Consigna de vida.


Llorar. Sufrir. Morir.
Temas para otro día.
Alumnos, amigos, hermanos, gracias por enseñarme y recordarme lo que significa vivir.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Día trescientos cincuenta y cacho... de la indecisión

Las reflexiones me han servido para dos cosas... sí, una idiota y la otra vulgar. Rachas de bipolaridad se han sumado al tormento originado por el cansancio y la maldita COP-16. A veces más, a veces menos, pero siempre el dilema resurge en una faceta u otra. Cuando me siento en la peor parte del día, añoro los mejores matices de la otra mitad de mi vida laboral.
Una realidad es mi falta de experiencia, y sé que eso no debería desanimarme a realizar una labor con la que me he encariñado bastante, pero no quiero sufrir otros seis meses de entregar cosas tarde, faltar a eventos y no rendir ni en una chamba ni en la otra. He aprendido bastante ese semestre en ciertos aspectos, pero en otros me siento en un álgido retroceso. Los puntos más egoístas de mi persona se manifiestan diciéndome que mi lugar no está aquí, ni allá, sino más allá (por supuesto, estas últimas palabras se leerían mejor en inglés).
El inglés, idioma que me gusta, idioma que creo dominar. La redacción, habilidad que me gusta, que creo me fue innata. La traducción y la escritura como los puntos más fuertes de mi persona. Estos son los paradigmas bajo los que me rijo hasta que acontece una negra catarsis que devuelve las fichas del rompecabezas de nuevo a la caja. Y hay que comenzar a construirme desde cero.
Este último bajón - el del fin de semana - fue distinto. Me vi desprovisto de ellos no en un momento, sino en una realidad alterna en la que me vi deambulando por un mundo sin lugar para los débiles, ni los desadaptados. Una vez más creo que en esta naturaleza sobreviven no los más aptos, sino los que mejores relaciones públicas tengan, y, como siempre, soy el que lleva las de perder en ese aspecto.

martes, 23 de noviembre de 2010

Día trescientos y algo... no recuerdo y no me interesa...

Creo que es oficial. Estoy deprimido. No he escrito últimamente y la tinta - que antes pulsaba con fuerza en un intento pot escapar de mis venas - se ha diluido entre el agua y la sangre. Me siento como arrastrado por una gravedad formada por la inercia de mi empuje inicial del año. Una consecuencia predecible dado que no soy de los que mucho abarcan y mucho aprietan.
Los numerosos intentos por ordenar mi rutina fracasaron hasta que entré a dar clases. Ahora me veo envuelto en una mecánica que quema y sofoca en las partes más álgidas del día.
Me deprime mi situación laboral. Ambas. Y también la personal y la sentimental. Hace poco tuve un minúsculo atisbo de luz e inspiración, producto de una incomprensible añoranza por una realidad alterna que quedó trunca hace años. Y que todavía consume algunas brasas de deseo. Deseo de una vida más urbana, más amplia, desconocida, peligrosa, adictiva, sensible, concienzuda, maldita, genial.
Me deprime el encontrarme atado más que nunca a una dependencia económica tan insulsa, tan ridícula. Caminar a la regadera, vestirme, ver el amanecer, trabajar, comer, trabajar, comer, dormir unas horas y volver a trabajar. Sé que había venido pidiendo otro empleo, pero los horarios están demasiado dispares como para ser de mi gusto.
Me deprime verme así en uno, dos, o cincuenta años. Me rehúso siquiera a pensar que pasaré otro verano con las tardes truncadas. Me niego. Y el diminuto haz de iluminación vuelve a hacerse presente con la solución más obvia.
Sin embargo, ni siquiera esta nueva respuesta puede arrancar mi realidad de la deliciosa zona de confort en la que descanso. A pesar de todo, es una vida un tanto fácil, sin riesgos. Mediocre, pues. Y me caaa....e que no viviré así un año más.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tiempo...

Hora de rescatar las cosas por las que sueño. ¿A pesar de dejar más cosas a la mitad? ¿A costa de la economía familiar? Tal vez, tal vez no. Pero algo debo hacer. Las ideas se han reactivado pero no encuentro ni un quantum para desarrollarlas. Si no es Chana es Juana o la hermana, pero distintas situaciones se me atraviesan inexorablemente para impedirme un avance real en la novela.

jueves, 7 de octubre de 2010

My turn. 15 things about me

1. I'm the kind of person that knows a little of everything and a lot of nothing.
2. Being a full time writer is my main goal in life.
3. Watching a sunset makes me feel alive and raises my spirits, even in my gloomier days.
4. Watching TV, reading and playing videogames are also called "research" in my personal dictionary.
5. I believe communication must be scrapped as a career and instead be incorporated into general culture.
6. I strongly belive 2012 will bring serious and positive changes to the world.
7. I was born in Mexico City but grew up in Cancun. While I still miss my cradle, I've gotten used to life in here, as there is a lot of work to do to help society become tighter and unified.
8. I love to listen to people and give advice.
9. I think that if I could sacrifice myself to make the rest of the peoples' problems fade away, I'd do it.
10. I love to buy notebooks and collect all kinds of pens.
11. I will never be satisfied with my actual life.
12. Nostalgia is an essential part of my soul.
13. Sickness and disease are no strangers to me.
14. I believe in everyone's potential to give and recieve love, although many are just too scared of feeling to care.
15. I believe a teacher must commit with their students on a human level. The "barrier" that some people say should exist between teacher and pupil seems archaic to me. Kids and teenagers need to be listened, they need to know someone else cares for them, and nowadays, teachers are just too indiferent to care for what their students are living. I consider hat is a main detractor in today's education.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Día 261. Lo que no te mata te hace más fuerte

Triste época la nuestra, llena de insatisfacción, frustración, vidas torcidas, dobladas, truncas, desviadas, torcidas, entroncadas, encrucijadas, revueltas, negadas, abnegadas e indispuestas. Triste época en la que ahora lo que se busca es la búsqueda, para después buscar la razón de la búsqueda, y así, antes de suicidarse, encontrarse ante una respuesta vacía, hipócrita, que sólo dejó mas preguntas, dudas y mentadas de madre. Y así, para cuando se dicte la causa de muerte, se diga "murió de un mareo convulsivo al darle vueltas a un asunto simple y sencillo, embargado en una extraña mezcla de desidia, inmadurez y arrogancia". Ni modo. Se creía demasiado bueno para ser verdad.
Asi pues, ¿qué queremos, carajo? Quien sabe, pero mientras la búsqueda continúa, el vacío emocional parece crecer a un ritmo acelerado, agigantado, en convulsivas tormentas que no hacen más que elevar el descontento y la desorientación.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Día 253. Del alumno y el maestro

Estoy a dos semanas de cumplir un mes desempeñándome como maestro de inglés. Me siento felliz, contento y satisfecho. A pesar del agotamiento físico y mental, de los tropiezos, regaños y responsabilidades extra, estas semanas han sido de lo más revitalizantes y satisfactorias. 
Mi rutinario trabajo de oficina había engendrado la semilla de una depresión que creció tan lenta y paulatinamente que no me había dado cuenta que estaba ahí. Esos pequeños detalles que antes tomaba con tanto placer, por más efímeros y evanescentes que fueran, habían perdido su sabor. El simple hecho de saberme esclavo de un horario que cubría las horas que más disfrutaba del día me habían drenado de la expectativa de lo inesperado, de la chispa de lo espontáneo y de la magia de la imprevisibilidad.
Busqué la solución por todas partes: en salidas imprevistas, cervezas a cualquier hora del día, descansos prolongagos, objetivos no muy concretos en el gimnasio, pero los rezagos en la vida se extendían más allá de todo control.
Y los factores esenciales eran evidentes: el mayor cambio logrado había sido un ascenso temporal que me permitió explorar las sensaciones, límites y alcances de la dirección editorial de un periódico. Mi titulación seguía estancada (y aún lo está), debido a la desidia nacida del tedio de las colas y los trámites para continuar con el papeleo de la titulación. Además, una vida social a pique y una mente que parecía perder el contenido almacenado con tanto esfuerzo durante tantos años, sin contar con el latente deseo de batir las alas y escapar de esta ciudad, me producían unos frecuentes deseos de tomar el volante, pisar a fondo el acelerador y salir lo más rápido posible, sólo para sentir un cambio de verdad en mi vida. 

Hoy, justo como en la segunda mitad del año pasado, todo parece haberse reiniciado. Si el año pasado el cambio lo significó el repentino choque entre dos mundos que parecían completamente ajenos y sin la mínima posibilidad de juntarse, hoy la chispa han sido mis alumnos.
Gracias a ellos he podido visitar los rincones perdidos de la memoria, acontecimientos, anécdotas y vivencias selladas, distantes, de un yo más joven, inmaduro, preocupado y depresivo. Esos años desfilan con frecuencia mientras me paseo por el salón, enfundado en un uniforme que no acaba de ir con mi personalidad, ejerciendo una suerte de autoridad jamás experimentada, intentando compartir un cúmulo de experiencias, consejos, advertencias y aprendizaje propio entre phrasal verbs, collocations y verb tenses. Los veo ahora como yo me ví hace siete u ocho años: con el mundo a sus pies, la vida tan grande y extensa, tiempo de sobra, y una maraña de preocupaciones ante una vida que no acaban de dominar, a pesar de que no lo acepten tan fácilmente.
Los que ya manejan se sienten los amos de la calle y los pasillos. Los que ya dejaron de ser vírgenes se pavonean frente a los demás exudando una cierta aura de experiencia arrogante y confiada. Aquellos que han conseguido novia aprovechan hasta el último segundo del día a su lado. Los recesos sirven para compartir y expresar habilidades deportivas, puntos de vista, piropos, chismes, mala y buena vibra. En las horas cercanas a la salida los jóvenes son todo nervios, desesperación por romper la imagen de estudiantes y colocarse las vestiduras que les confieren el honorario título de "reyes del hogar", objeto de atención y preocupación perpetua de sus padres.
Y mi materia ¿que les importa? A algunos, mucho. A otros, un poco. A muchos otros, nada. Pero todos están embarcados en el mismo camino. Razones aparte, todos escogieron la capacitación de inglés, y por ende, todos se hunden o salen a flote por igual. Frente a mí desfila la esperanza del mañana, la generación que verá los verdaderos daños en el planeta, que presenciarán el fin del mundo en el 2012 apenas graduados de la preparatoria, confiados en la vida que tienen por delante, en su esfuerzo o en su suerte para perseguir aquello de lo que nadie escapa: un destino.

sábado, 28 de agosto de 2010

Día 240. Del odio

Veo el convulo desprecio, y me doy asco.
Escucho las palabras que no me dices, y me das asco.
Pruebo los límites del orgullo, y todo es un asco.
Porque entre el orgullo y el deseo, el primero parece siempre ganar.
Quiero gritar, rugir, saltar, escapar.
Hoy más que nunca, mi vida gira hacia un fin.
Pero alrededor de ese punto de fuga, las alternativas resplandecen.
Me tientan, me incitan a esa violenta explosión para dejarlo todo atrás.
Me recuesto. Miro a mi alrededor.
Lo tengo todo.
Y nada.
Porque ese odio limita el gozo.
Eclipsa mi felicidad.
La gratitud.
Y me consume.
Me toma de la mano, y me recuerda que la luz es para los iluminados.
Y que yo no pertenezco a ese reino.

martes, 17 de agosto de 2010

Día 229. Sobre la educación, lo mexicano y los medios (lo de siempre)

Paseando por los foros de IMDb en busca de perspectivas para mi reseña de "Mi Villano Favorito", me encontré con un tópico que hacía mención a una broma en particular que tenía una buena dosis de humor negro. El usuario se quejaba por el tono de la broma, y aludía a la pérdida de la sensibilidad en los padres de familia que encontraban cómica dicha situación. Más abajo, una réplica al comentario colocó una liga a un artículo que me dejó pensando aún más.
El artículo en cuestión, titulado "A Nation of Wimps" (Una Nación de Llorones, en una traducción coloquial),  sugiere que los padres actuales vigilan tanto a los niños, y tratan de quitar todos los obstáculos con tal minuciosidad, que terminan por volverlos unos "llorones". También explica que el factor de derrota es la clave para que el método de "prueba y error", al que deben estar sujetos en la infancia, se ve desequilibrado cuando el "error" es constantemente eliminado o reducido por los propios padres, quienes, en un esfuerzo sobrehumano para que sus hijos "tengan todo lo que ellos no tuvieron" dejan de darse cuenta que están resolviéndoles la vida en las partes en donde los mismos hijos deben avocarse a resolverla por ellos mismos, y por ende, los vuelven dependientes, frágiles y más propensos al fracaso cuando se ven enfrentados por sí mismos ante una determinada situación.

Platicando con compañeros de trabajo que vivieron una infancia en décadas distintas, llegamos a la conclusión que los niños de hoy, mientras que "viven un paraíso", también sufren las consecuencias de estar inmersos en una burbuja durante su temprana infancia. Con progenitores que prefieren comprarles el mundo antes de verlos llorar, los niños aprenden a chantajear de mil maneras distintas, encuentran los puntos débiles de los padres, y, al estar más propensos a vivir en un mundo globalizado, demandan lo que ven de otras culturas, como la americana.

Esto puede tambien definirse como una seria pérdida de valores e identidad cultural, toda vez que, a la par de aprender a través de los medios un estilo de vida que no es el suyo, dedeñan el ambiente cultural e ideológico bajo el cual nacieron, convirtiéndose así en "grinches" de lo mexicano, de lo propio, de lo patriótico.

Quizás es por ello que el Bicentenario se siente más en los medios que en las personas. Además del desencanto por los errores, fracasos, corrupción y demás desaciertos del gobierno y la sociedad, se suma la añoranza por el césped más verde, claro, el del vecino. Quizás haya que volver a las épocas de antaño, un poco de dureza para educar, enseñar lo que "respeto" significa de verdad (y no digo que volvamos a los golpes), quizás haya que dejar que los niños se valgan por sí mismos para que aprecien lo que los padres les dan, y a la vez, para que vean que los medios mienten descaradamente, que su vida no es (y tal vez jamás será) una película, telenovela, o serie de televisión.

Quizás escribo esto en un momento de lucidez de la conciencia, tras leer sobre una situación que me suena muy familiar, y quizás el que necesite los consejos soy yo.

lunes, 16 de agosto de 2010

Día 228. Pequeñas anotaciones (Y despotricos contra Twilight)

1. Ya va más de la mitad del año, y me parece curioso cómo el tiempo se me hace tan relativo. Por una parte, al ver la fecha actual, pienso que se ha pasado en un parpadeo, y por otra, cuando recuerdo los eventos que han ido sucediendo a lo largo del año, los siento bastante lejanos. Me preocupa no llegar a mis metas del año, que, aunque son pocas, han cobrado mucha importancia.

2. Las listas de libros leídos se acortan año tras año. Aún así, me agrada que se mantengan por encima de los diez libros al año. Al menos estoy arriba del promedio de libros leídos en España (7.7), pero todavía por debajo de Noruega (18) y Alemania (15). No obstante, necesito acabar al menos tres o cuatro libros más en lo que queda del año.

3. Hablando de libros leídos, este año he estado enfocándome mucho en lo que es la literatura juvenil, pues es el nicho de mercado que pretendo atacar en mis primeras obras como escritor. Así, desde finales de 2009 empecé a echarme la saga de Crepúsculo, y hasta el momento, me faltan Amanecer y la Segunda Vida de Bree Tanner, aunque no me quedan muchas ganas de agarrarlos, al menos no por ahora. Su contenido es tan superlfuo, que me siento retroceder como lector. En este sentido, entiendo la razón de que estos libros sean un gusto culposo para tantas personas. Sí, ver una mala telenovela o una película barata en ocasiones es divertido e inevitable, pero todo tiene un límite, y el volumen de páginas en Amanecer me hace preguntar cuántas veces leeré cosas como "Edward era tan bello que me olvidé de respirar por unos segundos, sólo por estar contemplando su belleza", o cosas por el estilo. Es decir, desde el primer libro la autora nos mencionó las "cualidades" del vampiro-hada así que ¡¿Por qué demonios lo tiene que seguir haciendo?! 

4. Tambien he tratado de seguir de cerca la colección El Lado Oscuro, de la editorial Océano Travesía, que ha recopilado y publicado diversos libros de terror dirigidos a un público juvenil que, al competir directamente contra la saga mencionada en el punto anterior, simplemente pasarían desapercibidas. Y es que muchas de ellas son novelas muy light, con tramas que buscan entretener y no cultivar al lector. De todos los que me he aventado (se pueden revisar los títulos en la barra derecha de este blog), el que más me ha gustado es el del mexicano Antonio Malpica, titulado "Siete Esqueletos Decapitados", una novela que tiene como protagonista a un niño de 12 años que tiene una pierna amputada. Buen personaje, buenas referencias a Led Zepellin, y buen final.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Día 139. Del ego que quema y lastima

El aceite sigue fluyendo.
Podría decirse que por sí mismo.
Un ciclo "supersaiya" sin fin.
Ahora lo invoco a voluntad.
Y me enorgullece.
Todo está bien...
¿verdad?
No.
¿Por qué ahora soy solo yo?
¿Y los demás?
Antes estaban presentes.
Ahora, ya casi no.
Y la pregunta ovalada:
¿Quien se alejó primero, ellos o yo?

martes, 18 de mayo de 2010

Diego, ojalá no seas el último...

Es tanto el odio que muchos sentimos hacia la política de México, que hemos dejado de condenar los atentados contra los esbirros de este sector, y hemos comenzado a aplaudir a quien quiera que esté detrás de todo. Para muchos, el narco no es el enemigo, son aquellos que nos quitan el dinero para llevárselo a sus bolsillos. 
Esos magos que desaparecen presupuestos otorgados por terceros, préstamos que nunca se pagarán, partidas con un destino en concreto, y que a la mera hora no alcanzan ni para un tercio de lo cometido en el plan original. 
Lo ocurrido hace días con el candidato panista en Tamaulipas cimbra a esta elite que se siente ungida por los aceites divinos de Dios, que de alguna manera, con los cargos conseguidos, han dado un salto en la escala evolutiva para posicionarse muy por encima de los simples mortales. Temen porque a los asesinatos los acompaña un mensaje que les recuerda su propia vulnerabilidad, esa condición humana que tanto trabajo les ha costado ocultar con muros, guardaespaldas y vidrios blindados. Hoy es un aspirante cualquiera, pero mañana podría ser el presidente mismo.
Peor señal debe ser la desaprición de Diego Fernández de Cevallos, un poderoso hombre con más enemigos que el anterior baleado, y que se postró en una esfera más alta y omnipotente, por supuesto. Peor, porque se trata de un claro mensaje que alcanza al presidente mismo, ausente del país por compromisos más importante que la seguridad de los miembros de su propio partido - porque la del pueblo, como siempre, le vale madres.
Ahora que ya no se trata de familias pobres en supuestos fuegos cruzados, ahora que los ricos y poderosos que juegan a los dados con la nación la están sintiendo cerca, espero que tengan un destello de lucidez y reflexionen que estos momentos de angustia han pasado por los corazones del pueblo cada día de cada mes, desde hace ya varios siglos.
Por primera vez, el sentir del pueblo se ha logrado colar en el sentir de este asqueroso cochinero de gente enfocada en su propio bienestar, que sale a dar la cara diciendo que están luchando por el poder. Bien por la situación.
Personalmente, espero que se ponga peor para estas personas. Espero, por el bien del pueblo, que sientan los huevos en la garganta al menos una vez en su vida. Que vean lo que es estar en peligro de muerte, amenazado por desconocidos. Que sientan lo que es caminar en la oscuridad, tanteando paredes ensangrentadas, caminando sobre inmundicia mientras se buscan las migajas que estos finísimos políticos tiran desde los altos ventanales de sus mansiones.
Tambien espero, con cierto remordimiento por lo crudo del comentario, que la cabeza de Diego Fernández de Cevallos aparezca en lo alto de un asta, para que todos vean que su clase no es un colectivo de deidades inalcanzabls, sino que son personas comunes y corrientes, que sangran y mueren, y de esta manera pueda haver un verdadero cambio en el país. 
Espero, finalmente, que no sea el último político al que secuestren y ejecuten. Que le sigan otros tantos monstruos de carne y hueso como Elba Esther Gordillo, Salinas de Gortari, Greg Sánchez, Bazbaz (como se escriba), Peña Nieto, y todos aquellos que estén moviendo los hilos detrás de la cortina negra.
Deseo que llegue una época en la que vergüenza provoque decir que uno es diputado, senador, o presidente municipal, gobernador y hasta presidente. Que lleguen días en los que estas figuras pierdan la importancia y el poder que nosotros mismos les hemos conferido.
Y que llegue, finalmente, el día cuando podamos reclamar el verdadero significado de la palabra DEMOCRACIA, y sea usado con dignidad y exactitud por lo que representa, y no por lo que se le quiere forzar a representar.

jueves, 6 de mayo de 2010

Día 126. De la herida que no sana

Sí, ya casi a la mitad, y parece apenas desenvuelto.
Curiosa herida la que nos marca.
Cicatriza con ganas de olvidar.
Pero la fractura está consumada.
Bálsamos, rituales y otros intentos fallidos.
Nada detiene las sendas emprendidas ya
Hacia la consumación de destinos inciertos.
Ahora sí ya lo sabemos todo
Lo hemos visto, sentido y vivido.
Para algunos, el olor de la muerte está cerca.
Mientras otros apenas dan sus primero pasos
Envueltos en resucitada vitalidad
Impulsados por bríos desconocidos.

Se agradecen los años de paciencia y amistad
Pero ahora, como todos ustedes
Vislumbro mi propio camino
Y con un suspiro
Me tomo los últimos instantes
Para apreciar un cálido crepúsculo
Antes de entregarme a las resoluciones definitivas.

martes, 9 de marzo de 2010

Te odio, Cancún: ruinas urbanas

III

Se trata simplemente de huir, escapar, abandonar, como ratas, nuestra madriguera cuando las cosas salen mal. Tanto que aborrecemos a las plagas cuando nosotros mismos nos hemos convertido en una. Huimos de sismos y huracanes, de crisis personales y financieras. Podríamos llegar hasta la última orilla del mundo con tal de olvidar y purgar los pecados. Pero no se trata de eso, y sin embargo, no logramos entenderlo.
Soy uno más del rebaño, no por decisión autónoma, sino por el contexto familiar. Un inconforme con el cambio, intolerante a las mudanzas y adicto a la nostalgia. Tan vulnerable que prefiero caminar solo sin dejar que el aroma a rencor e insatisfacción invada mis narices. Por eso me bajo del camión y prefiero caminar, recorriendo las sendas casi inmutables, acariciando los recuerdos desvanecidos y los sueños perdidos. Nombres que ya no suenan, leyendas efervescentes de un pueblo que parecía urbe, y que ahora parece un pueblo con tamaño de urbe.
Esta ciudad fue testigo de las prematuras despedidas de mi infancia y adolescencia, años que aún guardaban cierta magia y misticismo. En ese entonces, las playas eran amplias por naturaleza, los hoteles bajos y la sociedad aún mantenía un grado de inocencia. Pero aún así, el dejo de refugio se permeaba en los constantes migrantes que se peleaban por los hogares en renta y los departamentos recién construidos.
Y así, los rumores sobre el paraíso permanecían siempre contradictorios: unos juraban que el lugar era la nueva versión de las minas de oro y otros que simplemente era una idealización de un sueño elitista y discriminatorio.
Las pruebas lo constatan. Es de noche y me encamino por las inmediaciones del Mercado 28, y atestiguo de primera mano las ruinas de un Cancún que ha muerto y resucitado decenas de veces. Ahora los negocios están cerrados, pero la historia sería similar si deambulara de día en septiembre u octubre. Este mercado se prostituyó tanto, que dejó de pertenecerle al pueblo, y se convirtió en una embajada de la zona hotelera. El precario balance se inclinó del lado equivocado, y ahora sufre para mantenerse vivo. El conjunto, complementado con Plaza Bonita, ofrecía soluciones eficientes para una sociedad pequeña. En algún momento coexistió la primera y única tienda Nintendo en la ciudad, los ya trascendentes raspados de kiosco, la boutique oficial de Kitty Bonita, una arcadia, una tienda de mascotas y las ahora extintas hamburguesas Dino’s. Y por ese pequeño lapso, viví en un lugar que satisfacía mis necesidades como preadolescente, que me ofrecía un solaz de descanso y normalidad: el escape perfecto del refugio de los fugitivos.
Y ese sólo fue el primero de las decenas de lugares que murieron con el primer Cancún, el que albergaba negocios construidos desde los cimientos, y que dio paso al Cancún de los conglomerados, de las cadenas y los monopolios, y a su vez, ése cedió el paso a los extranjeros, y a la globalización.
Porque finalmente, los fugitivos, los escapistas, los refugiados, aún tengan esperanzas invertidas y sueños hipotecados, no dejan de considerarse meros pasajeros en busca de un destino definitivo, lejos de aquí, en una ciudad “de verdad”, el hogar en el que vivirán luego de haberse forjado su propio sino en Cancún.

lunes, 8 de marzo de 2010

Día 067. Almost Aldous

Contagiado por una melosa melodía
Contemplo a la otrora corriente
Convertida en un torrente.
Fluye sin darme un respiro
Me acosa
Me contagia
Me inunda
Me consume
Y no puedo estar más agradecido
Por primera vez, no me quiero detener
Necesito avanzar
Entre profecías y señales me debato
Si el futuro inmediato no será truncado
Y mis sueños arrrasados
Por tsunamis de pesarilla
O terremotos esperados.
Y entre lo incierto está lo cierto:
No me voy a detener.
Porque al fin soy "Almost Aldous".

lunes, 1 de marzo de 2010

Día 060/2010. De la tinta que vuelve

La tinta corre de nuevo
Fluida, amena, sin detrimentos
Se mezcla con mi sangre
Gestando una nueva fuerza vital
Llega con bríos hasta mis dedos
Los mueve, manipula y controla
Y ellos expresan, poseídos
Con palabras tomadas, o robadas
La voluntad de mi espíritu

Te odio, Cancún: viaje en camión

II


El transporte público resulta en ocasiones un buen lugar para sentarse por horas y pensar, mientras los escenarios cambian constantemente. No suelo hacerlo a menudo, pero cada vez que dispongo del tiempo y el humor, me arrojo sin pensarlo mucho. Los autobuses, si tan sólo tuvieran conciencia y algún modo para plasmar sus observaciones en papel, se convertirían en los mejores testigos del diario acontecer. Personas de toda clase social los abordan a diario, unos por costumbre, otros por necesidad, y alguno que otro por imprevistos o emergencias. Y todos ellos seguramente tendrán historias que contar. Pero sólo aquellos que logramos observar más allá de la propia barrera del ego, podemos percatarnos de lo mucho que sucede a bordo de los autobuses.
Señoras con bebés en brazos y tres chilpayates más danzando alrededor, con preguntas ignoradas y observaciones hechas al aire, esperando vagamente una que otra respuesta a sus múltiples inquietudes, se suben en horas de escuela, ya sea de mañana o de tarde. Las madres con el rostro apesadumbrado, pensando en todo menos en lo que tienen enfrente, preocupadas por problemas tan vitales, que le restan importancia a las demandas del momento, las únicas que los hijos consideran importantes.
Trabajadores de clase media, la mayoría inmigrantes, se deprimen entre sueños rotos y menesteres que nunca imaginaron tener. La vida suele ser tan simple cuando te arrojas a la aventura, y tan difícil cuando la fantasía empieza a cobrar sus deudas. De tener la confiancita les diría: ni modo mano, aquí te tocó estar y trabajar. Preferiste la chamba dura al estudio disciplinado, el dinero fácil a la preparación para ocupar el puesto gerencial que tanto dominas. Pero no lo hago. Me limito a imaginar qué carajos les pasa por la mente cada tarde, cuando abandonan la opulencia del hotel para chocar directamente contra la miseria del hogar en la doscientos y cacho. Algunos deben ser felices con lo que tienen: alcohol en quincena y futbol cada domingo, entresemana también cuando se trata de torneos poco comunes. Por eso odio el futbol y los antros, pero quizás eso es tema de otra reflexión. Por el momento los imagino llegar con sus esposas o juntadas, mujeres que quizás los quieran pero que difícilmente los amen o los aprecien de verdad. La necesidad de escapar a la soledad los une, pero nada más. Los solteros sin rutina podrían pasar mejores ratos como amantes de las menospreciadas amas de casa. Enseguida huelen a las féminas aburridas y despechadas, que buscan el falso cariño con tal de tener unos brazos que rodeen sus cinturas y las hagan sentir un poco del aprecio que ni ellas mismas se tienen. A las mujeres les va peor. Si no tienden las cómodas camas con costosas colchas en cien o doscientas habitaciones al día, contestan el teléfono y reciben a los felices turistas que buscan un escape a sus propios problemas en esta ciudad. Siempre con una falsa mueca que intenta esbozar una cálida bienvenida.
Cancún les sirve a los fugitivos, pero no tiene quien le sirva cuando busca su propio escape. O tal vez sí. Camas de motel y alcohol barato, las ofertas más redituables a lo largo de la Portillo, y el proletariado puede darse por bien servido. O tal vez no. Los suicidios lo confirman. Qué asco.

Te odio, Cancún

I

Me lo pregunto a cada rato. Cuando tardo cuarenta minutos en avanzar de la Plaza de Toros al inicio del Boulevard Kukulcán. Cuando veo la continua destrucción del manglar. Cuando me digno a voltear en dirección opuesta a la que apuntan los medios de comunicación para tapar el escándalo, y vaya que hay muchos. Cuando la indiferencia plaga las calles. Cuando veo que el restaurante al que ya le había tomado cariño está siendo reemplazado por un Vips, o un Sanborns o peor aún, por un Oxxo. Cuando veo un sinfín de plazas comerciales con decenas de oficinas y locales en renta, compitiendo por los visionarios empresarios, sin querer bajar sus precios ni extender facilidades de pago.
Pero vamos, no es tan malo, suelo decirme. A final de cuentas, esta es la ciudad a la que me trajeron de vacaciones hace 17 años y de la cual nunca me fui. La ciudad que me fue implanta, con todo lo que conlleva: casa, escuela, amigos… el universo entero para un niño de siete años. Pero bueno, equis, me digo, avancemos, de todas maneras, me gusta el mar y la playa. Estoy en el paraíso, en el lugar envidiado por todos. Y si es así, ¿por qué lo odio?
Dicen que Cancún te abraza o te vomita, y yo siempre pensé lo segundo. Pero hasta hace unos años, me di cuenta que en realidad, me hizo las dos. Primero me abrazó, titubeando, dándome pocas comodidades y amigos reales. Luego se hizo más intenso, y los primeros atisbos de un gran confort se asomaron en mi vida, que, entre la aceptación y la costumbre terminaron por derivar en una cierta comodidad de película. Si bien no todo era bueno, tampoco todo era malo, y de esa mezcla logré producir un gran aprendizaje en la vida de los cancunenses.
Pero luego sucedió algo que ni yo mismo pensé que sucedería: la ciudad dejó de pertenecerme. De un momento a otro ya no podía sentirme amo y señor de las calles, ni podía presumir de mi excelsa brújula que siempre encontraba su ruta y destino. Ya no me sabía los nombres de todas las escuelas particulares de Cancún y el perfil psicológico de quien en ellas estudiaba (Cumbres=fresas, Da Vinci=rezagados y frikis, Alexandre=corruptos, Británico=matados, etc.). tampoco me sonaban ya los nombres que una vez fueron populares para mi generación, y los antros de la ciudad se multiplicaron tanto, que ya tampoco podía decir “ya fui, está chido” ó “ahí esta caro”. No, la ciudad que se alzaba ante mí una mañana ya no era el Cancún que entre amor y odio le había tomado una cierta estima especial. Los límites se habían extendido más allá de las rutas 4 y 5, las escuelas se multiplicaban y las calles se infestaba de un pesado tránsito, y todos estos cambios se sucedían tan rápido que ya no atinaba a pedir un “tiempo fuera” para actualizarme con todos los cambios.
Estos cambios respondían a un sencillo hecho: cada día más personas llegaban a pedir trabajo y oportunidad en Cancún, trayendo consigo familia y deudas. Ricos y pobres, visionarios y subordinados, se fueron apropiando de los grandes pedazos de tierra que yo aún consideraba virgen, detonando los factores antes mencionados, y con ello, una serie de problemas sociales de los que no quise enterarme hasta que fue demasiado tarde.

domingo, 7 de febrero de 2010

Día 038/2010. Del Instante

Felicidad le espera a aquel que logra divisarlo. Oculto entre los millones de momentos que fugaces se escurren por entre las comisuras de los ojos, se halla el Instante, el Momento Perfecto, la única postal que nos llevaríamos al Fin del Mundo como único tesoro de nuestro discurrir por el plano del sufrimiento.
El Instante, retratado sin querer, atesora el presente, el futuro, el conocimiento y la voluntad, todo ello cifrado entre formas y colores, sonrisas y contornos etéreos. Y es en ese instante, cuando el Testigo debe identificar cada elemento e hilarlo todo hacia la determinación perfecta, logrando con ello un efímero esbozo de la perfección y la felicidad que nos aguardan al otro lado del túnel.
De lograr tal hazaña, una gran melancolía y añoranza se abalanzarán sobre su corazón, inundándolo con unas profundas ansias por decantar sus penas y pecados, para así, fundirse por un momento con la felicidad y la dicha encontrada en el Instante.
En ese momento, el cielo explotará y el suelo se desvanecerá, quedando por siempre impregnado del agriducle sabor del Instante en la boca, el Testigo lo saboreará, entenderá, lo atesorará, pensando en que ese Instante lo es todo y el mundo no es nada, que la grandeza de su alma ha trascendido las barreras de sus huesos.
Como iluso se sentirá al percatarse de que el Instante nunca pudo ser atrapado, de que se escapó con todo el significado y toda la intención que lo convertían en la esencia más pura de la vida. Se habrá ido sin remordimientos ni despedida, alejado por siempre del plano material que atrapa al espíritu en una red de estereotipos y paradigmas y axiomas.
Y la única evidencia de la existencia del Instante será una estela agridulce en la garganta, el inconfundible sabor de una nostalgia de saberse, aunque fuese por un segundo, la persona más feliz de la Tierra.

martes, 26 de enero de 2010

Día 026/2010. De los uebos

He aquí algunos puntos que me han tenido ausente de este blog:


1. El batazo del concurso me dejó deprimido.

2. He pensado si solo soy un wannabe jugando a que quiere escribir.

3. Siento que estaré estancado en este trabajo para siempre.

4. Me pone de nervios que solo me quede una carta para jugar... la entrada a la Sogem.

5. NECESITO un road trip... pero para eso necesito varo.


9. Es menester que vuelva a confiar en mi pluma...

... antes de que inicie mayo.

domingo, 3 de enero de 2010

Día 003/2010. Conservación de la amistad

Los quiero.
Los valoro.
Los atesoro.
Los defiendo.
Me olvido de ellos.
Me preocupo.
Volteo.
Ahí siguen.
Cuánto tiempo más.
No lo sé.
Por eso, los hago valer.
Cada saludo, el más cálido.
Cada plática, la más sincera.
Cada sonrisa, la más honesta.
Cada despedida, la más emotiva.
Cada amanecer agradezco a la vida
A la fuente vital
Por los grandes amigos que tengo.
Y que esá en mí conservar.