My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


jueves, 28 de febrero de 2008

Pobre.. pobre Inspiron

Ya termine de reiniciar el sistema de mi lap... y no sirvió de mucho. Maldita sea, eso significa que tendré que mandarla reparar... Bueno ya que se le va a hacer. Algún día tendré el tiempo de mandarla arreglar, pero no ahora porque dependo mucho de ella para las cuestiones escolares, a pesar de que este tan enferma. Adoro mi lap!!! Parece ser pérfida, pero no tiene la culpa de ser maltratada por un joven tan irresponsable y desesperado como yo... Te quiero mi preciosa lap!!!

Actualización de mi vida escolar

Ah y no he hablado sobre la situación en la escuela. Bueno pues el super equipo ya esta estresado y cansado, por no decir harto, de cierto maestro que no se conforma con nada. Los bandos volvieron, aunque ahora se han formado más grupitos que antes, y donde yo no hallo lugar estable. En estos momentos vivo en mi propio estrés como para estar preocupándome por la salud mental de otras personas.
Hace poco tuve mi primer break mental, y fue suficiente como para mantenerme lúdico y despierto, conciente de lo que ya se hizo y de lo que falta por hacer. Ahora tengo una meta fija en mi mente, y nada podrá hacerme retroceder. Comienzo a entender el Secreto como parte de una ideología verdadera, algo que en verdad tiene un poder en la vida. Las sendas se están trazando de tal manera que yo tengo que preocuparme menos por ciertas cosas y más por otras muchas.
En cuanto a la escuela, cada vez estamos más atorados y saturados en la mitad. Ya no estamos empezando, pero tampoco vamos a terminar. Nos encontramos en la mitad de la cuesta donde te das cuenta que es demasiado tarde para volver y también muy temprano como para ver la meta al final del camino.
Mi horario quedó conformado de tal manera que ya no me quedan muchas horas libres en la semana. Los fines de semana trabajo ocho horas, dejándome las noches libres para hacer el guión junto con Briget los viernes y la edición del sondeo el sábado (aunque casi siempre la termino haciendo el domingo). Los lunes sólo tengo una clase, pero los voy a destinar a Arrecife, que ahora sí arrancó para el gusto de las tres personas que se sientan afuera de la cafetería a comer (y que son constituidos en un 80% por alumnos de comunicación que van en 8°). Los martes toca el programa semanal de televisión El Corcho, en el que yo figuro como el switcher estrella, osea que soy el responsable de que se vea todo bien o todo mal en vivo. Los miércoles tenemos Animación por Computadora (en la que de hecho tenemos tarea para la próxima semana). Los jueves tenemos un programa de radio en vivo (mucho más fácil de realizar que el de tele).
Y así, toda la semana tenemos que estar equilibrando las cosas para que nos funcionen; ahora me siento como si estuviéramos construyendo un nido, el más mínimo cambio en la estructura la derriba sin remedio.
A todos mis compañeros, les doy las gracias por todo. No tengo nada más que decir al respecto.

Preciousss....

Ha sido un largo rato desde que subí una entrada de mi creación espontánea. El lunes traté de escribir algo durante la clase de periodismo, pero como dicen, no hay nada como hacerlo desde tu propio hogar. En realidad no estoy en mi hogar, sino en casa de Carlos Ruiz, esperando a ver los últimos momentos de mi adorada laptop. La pobre Dell está a unas horas de ser reiniciada a su configuración inicial, lo que pone fin a casi dos años de servicio noble y contínuo. A pesar de que está lenta, que al parecer el disco duro ha sufrido un daño físico permanente e irreparable, de que las bisagras de la pantalla estén flojas, que no le sirva la pila y que el cargador haga falso contacto, amo mi gran laptop de batalla. Es perfecta para mí, no es ni chica ni grande, un tanto gruesa y pesada, pero el ancho de la pantalla y las dimensiones del teclado se acoplan perfectamente a mi estilo de escritura a cuatro dedos.
Ah si, ese es un rasgo característico que me gusta de mi persona, no uso todos los dedos para escribir; normalmente hago uso de mis índices para delsizarse por todas las teclas a gran velocidad, pero cuando tengo prisa o simplemente me siento el amo del teclado llego a usar los anulares también.
Es medianoche y los archivos no se terminan de pasar. Estoy ansioso por tener de nuevo a una computadora joven y libre de virus, pero también estoy consciente que reparar el sistema operativo es sólo el primer paso para resucitar mi preciosa laptop.

martes, 12 de febrero de 2008

Eclipse de la Vida A.K.A. Proyecto "Vampire".

Después de algún tiempo de venirlo prometiendo, pude terminar el borrador del prólogo de una novela que tiene una larga historia a nivel personal, y creo que merece la pena contarla.
El proyecto solía llamara "A Vampire Tale", y su título oficial cambiaría eventualmente de "Vampire" a "El Legado de Sangre" y otros más que no hicieron mella en mi memoria. Escribí más de 240 cuartillas en Word del primer borrador, hasta que finalmente acepté su ineficacia como una noveka sólida, archivé el proyecto, y me moví hacia otras cosas (como el inicio de mi trilogía de los Niños Índigo y los primeros bocetos de mi saga de Flare of the Phoenix).
El proyecto quedó a la deriva hasta hace poco, cuando unas gotas de inspiración resucitaron la historia y a mi querido personaje Seth. Así que, sin más preámbulos, aquí esta un pequeño vistazo (ó será... lecturazo??) a la resurección de Vampire.
P.D. El Prólogo comprende todas las entradas hasta donde comienzo a hablar de la escuela.

PRELUDIO A LA OSCURIDAD

Tenía que salir de ahí. Estaba desesperado, completamente desesperado. Las lágrimas se acumulaban ya en torno al iris. Si parpadeaba comenzarían a rodar. Y si rodaban comenzaría a sollozar. Y no había poder humano que pudiera pararme cuando comenzaba a sollozar. Me despedí del matrimonio que me consideraba un hijo con un movimiento de la cabeza y me abrí paso entre la gente para llegar a mi carro. Cuando salía de la funeraria, me encontré con algunos compañeros de la secundaria. También habían venido a verlo. No pude dirigirles una palabra, el nudo en mi garganta me impedía siquiera respirar bien. Me sentí mareado y afligido, mi cuerpo se debilitaba con cada rostro que volteaba sus conmovidos ojos para darme el pésame. Escuché solo a los primeros. Les di las gracias y un seco y débil abrazo. A los demás los mandé al carajo. Me bastó con plantarles la mano para evitar que se acercaran. Avancé rápidamente y me dirigí hacia mi carro.


Dios, dios, dios. ¿Qué fue lo que te pasó, amigo? ¿Qué fue lo que te pasó de verdad? madre, Seth. Puta madre. Ojalá descanses en paz, porque aquí nadie lo hace. Hace poco me encontré con tu mamá, y por poco no la reconocí. Está completamente demacrada. Parece una viejita de setenta y tantos años. Es increíble como le ha pegado esto. No. Cómo nos ha pegado a todos.
No regresé a la misma escuela. Simplemente no pude dar un paso dentro. Es… es… este dolor… esta agonía constante… simplemente ya no puedo más.
Siete años, hermano. Siete años pasé a tu lado. No tuve ni dos minutos para despedirme. Que extraño y que curioso, en verdad. Fueron siete los minutos que llegué tarde, siete minutos que nunca recuperaré, siete minutos que truncaron mi oportunidad de verte por última vez. Hermano, si de alguna manera te sirve de algo, adiós. Por última vez, adiós.

Escape

Brett se remojó los labios, preparando su discurso.
- Hola, eh… sólo quería saber si puedes salir hoy en la noche. Sólo quiero hablar un rato, estos días han sido mortales para mí. Siento que me voy a volver loco. No se si sea una indiscreción, a estas alturas y como se dieron las cosas. Espero que no tengas resentimientos. Sólo quiero platicar, Laura. Estoy muy confundido. Gracias, bye.
El buzón del número de Laura guardó el mensaje. Daniel guardó su celular en el bolsillo del pantalón. Se miró en el espejo durante unos segundos, examinando su terrible aspecto cadavérico. Se colocó una gorra para ocultar sus rasgos demacrados, tomó su chamarra y salió de su cuarto.
En las escaleras, sus padres le preguntaron a dónde iba.
- Sólo a caminar un rato, mamá – les contestó.
- Daniel – su madre lo miró seria y fijamente – no quiero que vuelvas a entrar al panteón. Por favor, no quiero sacarte de los separos otra vez.
Los ojos de Daniel, inundados de una agonía ahora habitual, la miraron detenidamente. Tú no entiendes, le gritaban. Su madre estaba segura de haber comprendido el mensaje.
- Por favor – le repitió.
Daniel salió de la casa sin responder. Se colocó su rompevientos y se subió el cierre hasta el pecho. Introdujo su mano en una bolsa del pantalón. Sacó de ahí una cajetilla y un encendedor de combustible. Echó a andar por la acera de su calle hasta perderse en la esquina.

Apuesto a que nunca soñaste con esto, ¿verdad? Nunca pensarías que después de las jodas que te daba por tus vicios, alguna vez adoptaría uno de los tuyos. Puta madre. Yo tampoco lo pensé. Puta madre. Como te extraño, hermano. Me haces una pinche falta como no tienes idea, cabrón. Todo se siente tan raro ahora que ya no eres parte de este contínuo devenir. Mi vida social ha perdido el sentido que tenía. Ya no me interesa estar con nuestros amigos como antes. Aunque bueno, nunca fueron más amigos míos que tuyos.

Encuentro

Todo comenzó con una promesa. Y aquí estaba otra. Primero Seth y ahora Laura. Juraría que se trata de una broma si no fuera porque Laura no tiene conocimiento alguno sobre la promesa que le hice a Seth, el secreto que lo condenó, y el que ahora me atormenta estando despierto o dormido, las palabras cómplices, las palabras rendidas. “Sí, no hay pedo”.
- ¿Entonces? – me preguntó Laura.
Dudé de nuevo, reflexionando en secreto sobre los momentos en que la muerte tendía su mano seductora a los pies de mi amigo, sonriendo.
- Daniel – se mostraba desesperada.
Parpadeé para obligarme a salir de mi ensueño. Tomé el cigarrillo a medio fumar y le tiré la larga colilla cilíndrica, único vestigio del tabaco consumido por el fuego, tabaco libre y sin dueño. Negué con la cabeza, al ver la impaciencia de la niña.
- Laura, estás poniendo las cosas peor. La familia de Seth ya tiene suficientes problemas como para que tu acabes muerta también.
En realidad trataba de convencerla por una razón completamente distinta, para encubrir mis pecados.
- El perito dijo que habían encontrado el tanque casi vacío y Fercho siempre lo llena porque dice que el carro se jode si no trae más de la mitad lleno. A mí no me suena muy convincente. Si los papás de Seth se van a conformar con pensar que venían de la Zona Hotelera, allá ellos pero yo quiero investigar todo bien.
Él se fue a un antro, es todo. No podía decirlo. No sin sonar vacilante.
- Se fue a un antro y ya – respondí.
La mesera pasó a nuestra mesa y rellenó las tazas de café. Laura lo tomó con leche y azúcar. Yo lo bebí solo. Inhalé de mi cigarro.
- Pensé que me ibas a ayudar – replicó, con lágrimas en los ojos.
Me agazapé en la silla, aún más de lo que ya estaba. Tenía los pies en el asiento, las rodillas encogidas, y el cuerpo hacia un lado. Ni siquiera la veía a los ojos, detalle que a ella parecía no importarle.
- Sólo quiero seguir viviendo Laura, y no puedo si me aferro a que hay algo ahí, no puedo si sigo quitándome el sueño de a gratis.
Ella consideró la mentira como un argumento válido.
- Voy a ir de todos modos – sentenció.
Y había rastros, yo lo sabía. Si Laura buscaba en los lugares correctos, sería capaz de armar las piezas faltantes. La mera idea me aterraba, porque sería hora de apuntar el dedo, y sería contra mí.
- Aléjate de Playa, Laura. Sólo vas a encontrar memorias rotas y razones para volverte loca.
- ¿Por qué, Daniel?¿Por qué parece que le tienes miedo a Playa?
- Porque pasamos un verano maravilloso ahí, y cada rincón me llena de recuerdos que en estos momentos solo serán dagas en mi corazón. Tú llevabas cuatro meses con él, yo tenía siete años – respondí, encendido en intangibles llamas que ardían en mi pecho. Mas de mi boca, sólo brotaban murmullos sin intención.
- No me hables de tiempo, que de esos siete, tres estuvieron peleados a muerte.
- ¿Y tú qué ganas con saber?
- Paz, la paz que tú mismo estás buscando. Date cuenta que si vemos la verdad, vamos a salir más rápido de esto.
Lo dudo mucho, amiga. Inhalé de nuevo.
Terminé mi café de un sorbo y vi el reloj. Podría ser hora de ir a llorar a una tumba vacía, o tal vez no.
- ¿A dónde vas? No hemos terminado.
- Entierra todo y sal adelante. No puedo darte otro consejo Laura. Es todo lo que tengo que decirte.
Y comencé a salir. Detrás de mí, cubierta en lágrimas de furia, Laura se levantó de su asiento y azotó su taza contra la mesa, incapaz de aventármela a mí.
- ¡Puta madre Daniel, sé que había otra! – vociferó, estallando en llanto.
Así que lo sospechaba. Incliné la cabeza, sopesando mis opciones, y opté por la salida del Sanborn’s.

Cementerio

Sentado a los pies de la tumba de Seth, contemplaba las estrellas, compitiendo contra el brillo nocturno de la ciudad. El resplandor naranja opacaba a las más lejanas, rindiéndose solamente ante Marte y la Luna. Sin demorar mucho, las lágrimas nublaron mi vista. Tenía un leve dolor de cabeza por meterme cinco cigarros en menos de una hora, pero en esos momentos estaba seguro de que lo valían. Valían el momento, el recuerdo de mi hermano por elección. Lloré durante una hora y media, con la certeza de que fueron tres, hasta quedarme dormido junto a su lápida.

A las dos de la mañana, Cipriano Gómez hizo su ronda obligatoria a través de todo el cementerio, seguro de que encontraría al muchacho dormido junto a la lápida del adolescente quemado. Con una mueca de tristeza auténtica, lo cubrió con un grueso sarape que había comprado ese mismo día. El muchacho era inofensivo, sólo necesitaba tiempo para superar la pérdida. Después de haber llamado a la policía la primera noche, se sintió arrepentido y se negó a reportarlo por segunda vez.
El muchacho aceptó el sarape y lo jaló para cubrirse los hombros, mientras que Cipriano estiraba la parte inferior para proteger sus pies.
- Estos muchachitos de hoy ya no se conforman con extrañar a sus amigos. Ahora les hacen compañía en el panteón – murmuró, mientras regresaba a la reja frontal.

Me despertaron a las cuatro de la mañana. Mi mamá me despertó a base de sacudidas y golpes en el cuerpo. Según sus balbuceos, llevaba toda la noche esperando por mí, y nunca me aparecí. El velador trataba de calmarla, diciéndole que no le afectaba que me durmiera aquí, pero mi madre lo callaba alegando que ese no era el punto.
- El niño extraña a su amigo – continuaba.
- Señor, por favor no se meta. Además esto no es una conducta normal – espetó mi madre.
Me valía más actuar como si dormir en un panteón fuera uno de los actos comunes y cotidianos más comunes y cotidianos de la vida. Agradecí al velador por el sarape y acompañé a mi madre – quien por ese entonces no dejaba de gritar y pegarme en cualquier lugar – al carro.

Madrugada

Ya en el camino, me cantó todos los efectos de mi escapada. Ella no había podido dormir y tuvo que llamar a mi papá, un acto que detesta con toda su alma. Había dado un aviso a la policía, y había gritado al ver la pasividad de la autoridad, que le explicaba que seguramente yo aparecería por ahí y que no consideraban necesaria una búsqueda por toda la ciudad. También sacó el hecho de que Laura había hablado a la casa pegando de gritos y suplicando que le llamara en cuanto llegara.
- ¿Pues qué le hiciste a la pobre niña, qué no tienes suficiente con el daño que me haces a mí con tu actitud? – gritaba mientras se saltaba un alto. Las ojeras se le pronunciaban mucho, y su cara sin maquillaje la hacían ver más anciana de lo que ya era.
- Laura cree que Seth le estaba poniendo el cuerno desde hacía tiempo. Y las circunstancias en las que murió… bueno piensa que se había ido a Playa antes de chocar.
Mi mamá se quedó callada ante mi respuesta. Ella también consideraba esa posibilidad, o al menos eso pensé. Era hora de cerrar la boca.
- Sabes que no me gustó nada que regresaras con ese niño. Es que… solamente mírate – comenzó a sollozar, dificultándose el trabajo de hablar – estás como una calavera. Durmiendo en su tumba, desapareciéndote todo el día, no vas a la escuela, esto no es normal, Dani. No puedes vivir así, aferrado al pasado.
Me estaba desesperando. No era momento de escuchar las consecuencias de ser amigo de Seth, ni de denigrarlo de esa manera. Aún no entiendo cómo es que tendemos a santificar y glorificar a los muertos. Los recordamos sin defectos ni errores, exaltando en todo momento sus cualidades. Aún así, Seth era mi mejor amigo.
- Seth era mi mejor amigo – repliqué de una manera que se asemejó más a un capricho que a un argumento.
- Un mejor amigo no te abandona tantos años – respondió mi madre, saltándose otro alto. Era obvio que quería aprovechar las últimas horas de sueño que tendría antes de irse al trabajo.
En ningún momento hice contacto visual con mi mamá. La amaba, y nuestra relación se había fortalecido después de su divorcio, pero su actitud cambió mucho desde la muerte de Seth. En estos momentos, la tranquilidad de las calles y la ausencia de personas deambulando en las banquetas era lo que llamaba mi atención. La misma ciudad parecía estar muerta, los edificios y las casas erigiéndose como las ruinas de una sociedad extinta en sólo unas horas. Todos estaban escondidos, descansando. Excepto algunos. El auto pasó a una cuadrilla de adolescentes que caminaban a la mitad de la calle, sintiéndose los reyes de la noche. Rebaño de emos, ahora los entiendo.

Mañana

Desperté alrededor de las doce del día. La casa desierta. Mi cuarto convertido en una pocilga para puercos. Me deprimía abrir los ojos, bajar y encontrar el refri lleno de comida caducada. Tallándome los ojos, salí al balcón a fumar un cigarro. El humo del tabaco mitigaba un poco el hambre que sentía. No había comido nada desde la mañana anterior, debido en parte al ajetreo sufrido durante todo el día. Laura y sus preguntas me obligaron a quedarme con mi café, no iba a quedarme a engullir un caldo tlalpeño con sus insistencias de ir a Playa. Y después de ahí, digamos que la tristeza desvaneció la presencia del hambre, hasta que mi madre me despertó. Ahora, trataba de saciarme con el puro humo, cosa que sólo me acarreó fuertes mareos. Pasé la mañana en mi cuarto, aburrido, desesperado, acorralado. El dolor de la pérdida abatía mis esfuerzos por seguir adelante, me arrebataba las esperanzas de vivir. No quería pensar en la pendejada de que todo me recordaba a Seth, por lo que me abstenía de tocar todo aquello que me recordara a Seth. Terminé dormido de nuevo, acostado a lo ancho de la cama, con mi rostro hundido en un peluche de Scooby Doo y el cabello cubriéndome completamente el rostro. Me resignaba a saber cualquier cosa del mundo. Al menos por ese día.

Playa por primera vez


“Olvídate de Playa”. Sabias palabras, Daniel. Pero ya estoy aquí y no pienso echarme para atrás.
Salí de la estación de autobuses de la Quinta Avenida en Playa del Carmen y la recorrí sin rumbo fijo en dirección a Playa Mamitas. Ya estando aquí, realmente aquí, no sabía qué hacer. Me senté en un banquito a repasar mis targets. El más obvio era Lalo, un amigo de Seth que vivía aquí, y con quien seguramente salió el día que murió. Y después de él… no tenía a nadie en realidad. Pensaba en preguntar en los Starbucks recién abiertos, haber si de casualidad lo habían visto, pero no tenía mucha esperanza de recibir una buena respuesta. Apenas recorrí tres calles y me di por vencida. El estar parada, sola, sin una razón sólida, a media ciudad me hacía sentir estúpida y ridícula. Comenzaba a sentir las extrañadas miradas de los turistas que se preguntaban qué hacía una muchacha parada a la mitad, viendo perdidamente la empedrada calle que se perdía en el horizonte. Si claro, me iría a parar a la casa de Lalo, ¿para qué? ¿Qué le iba a decir? ¿Mis conjeturas? Dios, iba a sonar como una loca histérica, empeñada en ensuciar el recuerdo del mejor novio que había tenido. Además Lalo era su amigo, por lo que encubriría sus fechorías sin dudar.
Las calles y personas parecían contaminadas por un veneno que las volvía horribles y groseras. El color de los edificios se me antojaba seco, viejo, maltratado. El aire tenía un olor fétido impregnando ropa y piel. Un malestar en el estómago comenzó a apretarse en torno a mis intestinos, mientras me invadía un palpitante dolor de cabeza. Y de pronto, comenzaron los recuerdos, asaltándome como violentas profecías de una vida que jamás volvería a abrazarme. En cada esquina me veía con mi antiguo novio, comiendo una nieve, tomando un café, viendo tiendas, besándonos. Cuánta razón tenía Daniel. Había sido un gran error venir a Playa.
Resignada, comencé mi viaje de vuelta a la central camionera, pero me detuve en el muelle para ver el espectáculo de colores que ofrecía el atardecer. Aún golpeada por la inesperada muerte de mi novio, me aferré al orgullo que me mantenía de pie y esperé a que el sol desapareciera del otro lado de la ciudad, esperé hasta que los hermosos colores rosas, naranjas y azules de las nubes y el cielo desaparecieron. Caminé un rato más, despejada de mi obstinación por encontrar pistas de Seth, cuando, en donde menos esperaba, creí verlo de pie, oculto tras unos autos, como esperando algo o a alguien. Al parpadear, Seth desapareció de la vista. Confiando en que eran viles trucos mentales de los que Daniel me advirtió, entré a la estación buscando un camión que me alejara de ese lugar.

Llamada


El celular sonó como a las once de la noche. Interrumpiendo mi capítulo de Supernatural, contesté la llamada algo apático, luego de comprobar que Laura quería molestar de nuevo.
- ¿Qué pasó? – contesté, sin ninguna intención de parecer atento o gentil.
Sollozos al otro lado del auricular. Laura estaba tan perturbada que balbuceaba sin sentido. Imploré paciencia y cordura.
- Laura cálmate, ¿Qué pasó?
- Tenías razón, Daniel – dijo, calmándose durante unos segundos.
Bingo.
- Fuiste a Playa – aseguré.
- Sí – respondió, antes de lanzar otro lastimoso gemido.
- Laura, te lo dije no mames. ¿Y qué pasó?
- Pensé verlo antes de… de venirme – comenzó a sollozar de nuevo.
Retiré el celular, de mi oreja mientras me sobaba los lagrimales. Pinche vieja.
- Nena, está bien. Sólo hay que aceptar que se fue – comencé.
La llamada se cortó. Seguramente me había colgado. No le di importancia al asunto.

Un tanto mejor ahora...

En estos momentos estoy escribiendo junto a mi querido amigo, el swicther de la cabina de tele en el Centro de Medios. Llevo una hora esperando el mentado ensayo, pero como siempre hay eventualidades (osea retrasos), que no nos dejan avanzar. Estos últimos días han estado un tanto más relajados, ya que todos agarramos el ritmo de trabajo, aunque la peor parte se avecina, ya que van a entrar al aire los programas de radio en vivo, lo que significan más guiones y más chamba en pre, pro y post- producción.
En la parte personal, ayer hice un gran avance mental en mi proyecto de Vampire, que lleva el nombre clave de Eclipse de la Vida.

sábado, 9 de febrero de 2008

Récord en el guión

Hoy batimos récord en el guión del noticiero y en la edición de nuestro reportaje. Comenzamos a las once de la mañana, y para este momento (5:50pm), tenemos un 80% del trabajo completado. Osea, que mañana será el primer domingo que tengo libre en muucho tiempo. YEAH!!!

viernes, 8 de febrero de 2008

La inspiración como variable de mi estado anímico

Esta noche sería perfecta para poder continuar escribiendo alguno de mis estancados proyectos. Siento el espíritu de Aldous recorriendo mis venas, expandiendo mi corazón con cada latido, al igual que el ímpetu de mis dedos, deseosos de bailar elegantemente sobre el teclado sin recurrir a la tecla de backspace, y, sobre todo, la ventana a mi imaginación está completamente abierta luego de mi caminata hacia el Marakamé y después a la Casa de la Cultura.
Sin embargo, ese deseo tiene que ser suprimido por las prioridades, que es en sí el tener el media kit de la Gaceta de Comunicación listo para mañana. Ni modos, ya escribiré algo chido en otra ocasión. Mientras tanto, estoy a punto de terminar el primer borrador del comienzo de "Vampiros: El Eclipse de la Vida", pero aún me falta pulirlo.

martes, 5 de febrero de 2008

Terrible, simplemente terrible.

El terrible programa de hoy no tiene perdón. Es simplemenete unaudito que, estando en octavo semestre, con los focos infecciosos lejos de nosotros, y estando en la especialidad que tanto nos "gusta", tengamos un resultado de esta magnitud. Aquí ya sabemos quién tiene culpa y quién no tiene culpa, pero lo que en verdad tenemos que definir es quién tiene ganas y quién no. Una parte del problema es que físicamente no haya tiempo, y otra muy distinta es que no se tengan los... pantalones para echarse la responsabilidad encima, y aprovechen el carácter de la productora (que les ha dado muucho chance) para dormirse en sus camitas de rosas hasta que llega el martes.
A mi me da mucha pena, y me incluyo en el regaño pork todos los errores - suyos y míos - salen al aire por mi culpa.
Lo que se vio hoy fue el resultado de una desorganización generalizada y una falta de compromiso en la clase y el noticiero. Y eso es lo más terrible, porque aún después de ocho semestres trabajando a presión, codo a codo, no nos podamos poner de acuerdo.

Cuando no queda nada

Cuando no queda nada
Cuando tu mente se envuelve en una goma de parálisis
Cuando tus sentidos inundan tu piel, exudan por tus poros y expanden tu conciencia
Hacia las fronteras más recónditas del universo
Incluso el instinto más poderoso,
Las capas de la mente que sobresalen en la desesperación,
Las neuronas que se reservan para el peligro de muerte,
Ven bloqueada su función,
Se pierden en la selva de paranoia,
Y se rinden ante la marea que, orgullosa, las devora.
Cuando no queda nada,
Aparece una última línea de defensa,
Un último comandante que se carga a lo desconocido
Cuando no encuentras nada más por hacer,
Comienza a reír.
Ríe hasta que las costillas duelan,
Ríe y llena de aire tu sistema
Ríe para olvidar, ríe para purificar
Ríe sin remordimientos
Ríe sin demora
Ríe sin parar
Y te prometo, de verdad te prometo
Que la lucidez llegará, cuando la risa haya blanqueado tu espíritu.