My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


jueves, 30 de diciembre de 2010

Día 364. De lo último del año

Hago la que quizás sea la última anotación del año. Entre la meditación y mi recién aumento de nivel (un sistema de logros que implementaré de lleno en 2011), me encuentro ante un año en extremo gris. Por supuesto mis propósitos no se cumplieron, y es que aunque por ahí leí que era mejor hacer tres o cuatro con un verdadero compromiso, en lugar de doce medio irrealizables, las circunstancias y decisiones claramente me llevaron por otra senda. Dichas metas serán ahora recicladas para este año, y, dado el crecimiento inteletual y emocional que tuve, espero ahora sí, cumplirlas al cien por ciento.
Del 2010 puedo decir que llegué a tener una redondez y lucides en mi vida como en pocas ocasiones la he tenido. Hubo de todo, rutinas, no rutinas, gastos, ahorro, trabajo, problemas, amistad, amor, etc. En los niveles de afecto me considero suertudo y vacío a la vez. Es un hueco que no logro comprender.
Mis metas personales se vieron afectadas por sucesos inesperados:

1. El ahorro y el tiempo que sería dedicado de lleno a la escritura vio dividida la atención ante un inesperado English Teachers Diploma que pareció haber salido de la nada. De igual manera atendí dos talleres de creación literaria. El primero me resultó en extremo provechoso y el segundo fue un mal refrito del primero, del cual no pude sacar gran ventaja.
Lo anterior, además de mi chamba en el periódico, vino a complementar la parte intelectual, y a desequilibrar el precario ahorro que había intentado llevar en mis finanzas.

2. El aspecto del ejercicio, mi mayor enemigo, vio cumplirse el reto máximo hasta la fecha: completar más de cuatro semanas de asistencia ininterrumpida. Sin embargo, tras romper la primera meta, volví a caer en la inasistencia, de manera permanente, desde finales de agosto a la fecha. Sobra mencionar que gané lo poco que había perdido y establecí un nuevo récord para mi peso que no quiero descubrir, por temor a una depresión mayor.

En fin, que se cumplieron más metas de las que se rompieron. Este año aprendí demasiado sobre cosas que no esperaba aprender, eché un vistazo a las mentes juveniles de hoy y me llevé varias gratas sorpresas. Ahora conozco que la energía esta ahí, pero el desinterés al que los adultos se refieren proviene de otra parte.
Fui testigo del más puro de los amores, amistades inquebrantables, una obsesiva vocación por por el futuro, planificaciones meticulosas, crecientes rencores, amor por lo más puro y esencial de la vida, cariño desinteresado, miradas cálidas, corazones distantes, apatía de quien no me lo esperaba, bastiones de fuerza, pilares de seguridad, cadenas de apoyo, fe inquebrantable, y un profundo y verdadero amor por la vida.
Hoy se que el problema no es la juventud, ni los alumnos apáticos, son los profesores flojos, indiferentes, aquellos que no motivan ni un ápice el aprendizaje, que no se involucran por mera hueva, que poco les importa que un estudiante llore en silencio, mientras no le distraigan a la "clase", y que se dan por satisfechos si la mayoría pasa, y si no, los pasan sin que realmente lo merezcan.
He visto y aprendido en silencio, sin que nadie lo note, cómo la fuerza del espíritu resplandece en las pupilas, como los alientos de esperanza pueden venir de quien menos lo esperes, que un adolescente a veces entiende mejor los asuntos del corazón que un adulto con "experiencia".
Sé que estos mismos jóvenes están apenas aprendiendo, creciendo, y que mientras hoy se atreven a amar sin restricciones, mañana podrían cerrar las puertas por miedo a ser lastimados.
Pero eso no importa, la vida es fugaz, incontenible, excelsa, la vida y el amor se viven hoy, se sufren mañana, remordimientos aparte.
De ellos me llevo ese aprendizaje, ese valor por el momento, por la vida, por las sonrisas, por los amigos, los compañeros, las ansias por comerse al mundo, por vivir, disfrutar y saborear los más vanos placeres del mundo como si fuera la primera vez.
Y quizás sea así.
 Y que mas da, seguir el ejemplo, al fin la vida es una y el tiempo, corto.

Reír. Amar. Vivir.
Consigna de vida.


Llorar. Sufrir. Morir.
Temas para otro día.
Alumnos, amigos, hermanos, gracias por enseñarme y recordarme lo que significa vivir.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Día trescientos cincuenta y cacho... de la indecisión

Las reflexiones me han servido para dos cosas... sí, una idiota y la otra vulgar. Rachas de bipolaridad se han sumado al tormento originado por el cansancio y la maldita COP-16. A veces más, a veces menos, pero siempre el dilema resurge en una faceta u otra. Cuando me siento en la peor parte del día, añoro los mejores matices de la otra mitad de mi vida laboral.
Una realidad es mi falta de experiencia, y sé que eso no debería desanimarme a realizar una labor con la que me he encariñado bastante, pero no quiero sufrir otros seis meses de entregar cosas tarde, faltar a eventos y no rendir ni en una chamba ni en la otra. He aprendido bastante ese semestre en ciertos aspectos, pero en otros me siento en un álgido retroceso. Los puntos más egoístas de mi persona se manifiestan diciéndome que mi lugar no está aquí, ni allá, sino más allá (por supuesto, estas últimas palabras se leerían mejor en inglés).
El inglés, idioma que me gusta, idioma que creo dominar. La redacción, habilidad que me gusta, que creo me fue innata. La traducción y la escritura como los puntos más fuertes de mi persona. Estos son los paradigmas bajo los que me rijo hasta que acontece una negra catarsis que devuelve las fichas del rompecabezas de nuevo a la caja. Y hay que comenzar a construirme desde cero.
Este último bajón - el del fin de semana - fue distinto. Me vi desprovisto de ellos no en un momento, sino en una realidad alterna en la que me vi deambulando por un mundo sin lugar para los débiles, ni los desadaptados. Una vez más creo que en esta naturaleza sobreviven no los más aptos, sino los que mejores relaciones públicas tengan, y, como siempre, soy el que lleva las de perder en ese aspecto.