My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


sábado, 28 de agosto de 2010

Día 240. Del odio

Veo el convulo desprecio, y me doy asco.
Escucho las palabras que no me dices, y me das asco.
Pruebo los límites del orgullo, y todo es un asco.
Porque entre el orgullo y el deseo, el primero parece siempre ganar.
Quiero gritar, rugir, saltar, escapar.
Hoy más que nunca, mi vida gira hacia un fin.
Pero alrededor de ese punto de fuga, las alternativas resplandecen.
Me tientan, me incitan a esa violenta explosión para dejarlo todo atrás.
Me recuesto. Miro a mi alrededor.
Lo tengo todo.
Y nada.
Porque ese odio limita el gozo.
Eclipsa mi felicidad.
La gratitud.
Y me consume.
Me toma de la mano, y me recuerda que la luz es para los iluminados.
Y que yo no pertenezco a ese reino.

martes, 17 de agosto de 2010

Día 229. Sobre la educación, lo mexicano y los medios (lo de siempre)

Paseando por los foros de IMDb en busca de perspectivas para mi reseña de "Mi Villano Favorito", me encontré con un tópico que hacía mención a una broma en particular que tenía una buena dosis de humor negro. El usuario se quejaba por el tono de la broma, y aludía a la pérdida de la sensibilidad en los padres de familia que encontraban cómica dicha situación. Más abajo, una réplica al comentario colocó una liga a un artículo que me dejó pensando aún más.
El artículo en cuestión, titulado "A Nation of Wimps" (Una Nación de Llorones, en una traducción coloquial),  sugiere que los padres actuales vigilan tanto a los niños, y tratan de quitar todos los obstáculos con tal minuciosidad, que terminan por volverlos unos "llorones". También explica que el factor de derrota es la clave para que el método de "prueba y error", al que deben estar sujetos en la infancia, se ve desequilibrado cuando el "error" es constantemente eliminado o reducido por los propios padres, quienes, en un esfuerzo sobrehumano para que sus hijos "tengan todo lo que ellos no tuvieron" dejan de darse cuenta que están resolviéndoles la vida en las partes en donde los mismos hijos deben avocarse a resolverla por ellos mismos, y por ende, los vuelven dependientes, frágiles y más propensos al fracaso cuando se ven enfrentados por sí mismos ante una determinada situación.

Platicando con compañeros de trabajo que vivieron una infancia en décadas distintas, llegamos a la conclusión que los niños de hoy, mientras que "viven un paraíso", también sufren las consecuencias de estar inmersos en una burbuja durante su temprana infancia. Con progenitores que prefieren comprarles el mundo antes de verlos llorar, los niños aprenden a chantajear de mil maneras distintas, encuentran los puntos débiles de los padres, y, al estar más propensos a vivir en un mundo globalizado, demandan lo que ven de otras culturas, como la americana.

Esto puede tambien definirse como una seria pérdida de valores e identidad cultural, toda vez que, a la par de aprender a través de los medios un estilo de vida que no es el suyo, dedeñan el ambiente cultural e ideológico bajo el cual nacieron, convirtiéndose así en "grinches" de lo mexicano, de lo propio, de lo patriótico.

Quizás es por ello que el Bicentenario se siente más en los medios que en las personas. Además del desencanto por los errores, fracasos, corrupción y demás desaciertos del gobierno y la sociedad, se suma la añoranza por el césped más verde, claro, el del vecino. Quizás haya que volver a las épocas de antaño, un poco de dureza para educar, enseñar lo que "respeto" significa de verdad (y no digo que volvamos a los golpes), quizás haya que dejar que los niños se valgan por sí mismos para que aprecien lo que los padres les dan, y a la vez, para que vean que los medios mienten descaradamente, que su vida no es (y tal vez jamás será) una película, telenovela, o serie de televisión.

Quizás escribo esto en un momento de lucidez de la conciencia, tras leer sobre una situación que me suena muy familiar, y quizás el que necesite los consejos soy yo.

lunes, 16 de agosto de 2010

Día 228. Pequeñas anotaciones (Y despotricos contra Twilight)

1. Ya va más de la mitad del año, y me parece curioso cómo el tiempo se me hace tan relativo. Por una parte, al ver la fecha actual, pienso que se ha pasado en un parpadeo, y por otra, cuando recuerdo los eventos que han ido sucediendo a lo largo del año, los siento bastante lejanos. Me preocupa no llegar a mis metas del año, que, aunque son pocas, han cobrado mucha importancia.

2. Las listas de libros leídos se acortan año tras año. Aún así, me agrada que se mantengan por encima de los diez libros al año. Al menos estoy arriba del promedio de libros leídos en España (7.7), pero todavía por debajo de Noruega (18) y Alemania (15). No obstante, necesito acabar al menos tres o cuatro libros más en lo que queda del año.

3. Hablando de libros leídos, este año he estado enfocándome mucho en lo que es la literatura juvenil, pues es el nicho de mercado que pretendo atacar en mis primeras obras como escritor. Así, desde finales de 2009 empecé a echarme la saga de Crepúsculo, y hasta el momento, me faltan Amanecer y la Segunda Vida de Bree Tanner, aunque no me quedan muchas ganas de agarrarlos, al menos no por ahora. Su contenido es tan superlfuo, que me siento retroceder como lector. En este sentido, entiendo la razón de que estos libros sean un gusto culposo para tantas personas. Sí, ver una mala telenovela o una película barata en ocasiones es divertido e inevitable, pero todo tiene un límite, y el volumen de páginas en Amanecer me hace preguntar cuántas veces leeré cosas como "Edward era tan bello que me olvidé de respirar por unos segundos, sólo por estar contemplando su belleza", o cosas por el estilo. Es decir, desde el primer libro la autora nos mencionó las "cualidades" del vampiro-hada así que ¡¿Por qué demonios lo tiene que seguir haciendo?! 

4. Tambien he tratado de seguir de cerca la colección El Lado Oscuro, de la editorial Océano Travesía, que ha recopilado y publicado diversos libros de terror dirigidos a un público juvenil que, al competir directamente contra la saga mencionada en el punto anterior, simplemente pasarían desapercibidas. Y es que muchas de ellas son novelas muy light, con tramas que buscan entretener y no cultivar al lector. De todos los que me he aventado (se pueden revisar los títulos en la barra derecha de este blog), el que más me ha gustado es el del mexicano Antonio Malpica, titulado "Siete Esqueletos Decapitados", una novela que tiene como protagonista a un niño de 12 años que tiene una pierna amputada. Buen personaje, buenas referencias a Led Zepellin, y buen final.