My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


domingo, 7 de febrero de 2010

Día 038/2010. Del Instante

Felicidad le espera a aquel que logra divisarlo. Oculto entre los millones de momentos que fugaces se escurren por entre las comisuras de los ojos, se halla el Instante, el Momento Perfecto, la única postal que nos llevaríamos al Fin del Mundo como único tesoro de nuestro discurrir por el plano del sufrimiento.
El Instante, retratado sin querer, atesora el presente, el futuro, el conocimiento y la voluntad, todo ello cifrado entre formas y colores, sonrisas y contornos etéreos. Y es en ese instante, cuando el Testigo debe identificar cada elemento e hilarlo todo hacia la determinación perfecta, logrando con ello un efímero esbozo de la perfección y la felicidad que nos aguardan al otro lado del túnel.
De lograr tal hazaña, una gran melancolía y añoranza se abalanzarán sobre su corazón, inundándolo con unas profundas ansias por decantar sus penas y pecados, para así, fundirse por un momento con la felicidad y la dicha encontrada en el Instante.
En ese momento, el cielo explotará y el suelo se desvanecerá, quedando por siempre impregnado del agriducle sabor del Instante en la boca, el Testigo lo saboreará, entenderá, lo atesorará, pensando en que ese Instante lo es todo y el mundo no es nada, que la grandeza de su alma ha trascendido las barreras de sus huesos.
Como iluso se sentirá al percatarse de que el Instante nunca pudo ser atrapado, de que se escapó con todo el significado y toda la intención que lo convertían en la esencia más pura de la vida. Se habrá ido sin remordimientos ni despedida, alejado por siempre del plano material que atrapa al espíritu en una red de estereotipos y paradigmas y axiomas.
Y la única evidencia de la existencia del Instante será una estela agridulce en la garganta, el inconfundible sabor de una nostalgia de saberse, aunque fuese por un segundo, la persona más feliz de la Tierra.