My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


lunes, 1 de marzo de 2010

Te odio, Cancún: viaje en camión

II


El transporte público resulta en ocasiones un buen lugar para sentarse por horas y pensar, mientras los escenarios cambian constantemente. No suelo hacerlo a menudo, pero cada vez que dispongo del tiempo y el humor, me arrojo sin pensarlo mucho. Los autobuses, si tan sólo tuvieran conciencia y algún modo para plasmar sus observaciones en papel, se convertirían en los mejores testigos del diario acontecer. Personas de toda clase social los abordan a diario, unos por costumbre, otros por necesidad, y alguno que otro por imprevistos o emergencias. Y todos ellos seguramente tendrán historias que contar. Pero sólo aquellos que logramos observar más allá de la propia barrera del ego, podemos percatarnos de lo mucho que sucede a bordo de los autobuses.
Señoras con bebés en brazos y tres chilpayates más danzando alrededor, con preguntas ignoradas y observaciones hechas al aire, esperando vagamente una que otra respuesta a sus múltiples inquietudes, se suben en horas de escuela, ya sea de mañana o de tarde. Las madres con el rostro apesadumbrado, pensando en todo menos en lo que tienen enfrente, preocupadas por problemas tan vitales, que le restan importancia a las demandas del momento, las únicas que los hijos consideran importantes.
Trabajadores de clase media, la mayoría inmigrantes, se deprimen entre sueños rotos y menesteres que nunca imaginaron tener. La vida suele ser tan simple cuando te arrojas a la aventura, y tan difícil cuando la fantasía empieza a cobrar sus deudas. De tener la confiancita les diría: ni modo mano, aquí te tocó estar y trabajar. Preferiste la chamba dura al estudio disciplinado, el dinero fácil a la preparación para ocupar el puesto gerencial que tanto dominas. Pero no lo hago. Me limito a imaginar qué carajos les pasa por la mente cada tarde, cuando abandonan la opulencia del hotel para chocar directamente contra la miseria del hogar en la doscientos y cacho. Algunos deben ser felices con lo que tienen: alcohol en quincena y futbol cada domingo, entresemana también cuando se trata de torneos poco comunes. Por eso odio el futbol y los antros, pero quizás eso es tema de otra reflexión. Por el momento los imagino llegar con sus esposas o juntadas, mujeres que quizás los quieran pero que difícilmente los amen o los aprecien de verdad. La necesidad de escapar a la soledad los une, pero nada más. Los solteros sin rutina podrían pasar mejores ratos como amantes de las menospreciadas amas de casa. Enseguida huelen a las féminas aburridas y despechadas, que buscan el falso cariño con tal de tener unos brazos que rodeen sus cinturas y las hagan sentir un poco del aprecio que ni ellas mismas se tienen. A las mujeres les va peor. Si no tienden las cómodas camas con costosas colchas en cien o doscientas habitaciones al día, contestan el teléfono y reciben a los felices turistas que buscan un escape a sus propios problemas en esta ciudad. Siempre con una falsa mueca que intenta esbozar una cálida bienvenida.
Cancún les sirve a los fugitivos, pero no tiene quien le sirva cuando busca su propio escape. O tal vez sí. Camas de motel y alcohol barato, las ofertas más redituables a lo largo de la Portillo, y el proletariado puede darse por bien servido. O tal vez no. Los suicidios lo confirman. Qué asco.

1 comentario:

Ometopía dijo...

Bueno... la verdad en Guadalajara es similar. La situación de los autobuses es todo un mundo, más en una ciudad así de grande, que creo le gana a Cancún. Al menos yo he tomado tres camiones para visitar a un amigo y llego una hora y media después de haber salido... por eso uso bicicleta ahora... tardo más pero es más placentero.
Soy muy receloso para viajar en camión desde la Influenza. No por miedo de contagio, sino porque me di cuenta de la calidad del transporte. Eso no quita que en vez de amargarte la vida pensando de modo romántico (s. XIX) en todo lo que te falta... seas un poco proactivo y positivo y descubras la belleza de ir en camión. Las voces ignoradas que mencionas son en realidad lo importante de la interacción. Existe una belleza superlativa en la fila de los bancos y aún más cuando tienes prisa... nomás es cosa de encontrarla...

Jaa na !!