Veo el convulo desprecio, y me doy asco.
Escucho las palabras que no me dices, y me das asco.
Pruebo los límites del orgullo, y todo es un asco.
Porque entre el orgullo y el deseo, el primero parece siempre ganar.
Quiero gritar, rugir, saltar, escapar.
Hoy más que nunca, mi vida gira hacia un fin.
Pero alrededor de ese punto de fuga, las alternativas resplandecen.
Me tientan, me incitan a esa violenta explosión para dejarlo todo atrás.
Me recuesto. Miro a mi alrededor.
Lo tengo todo.
Y nada.
Porque ese odio limita el gozo.
Eclipsa mi felicidad.
La gratitud.
Y me consume.
Me toma de la mano, y me recuerda que la luz es para los iluminados.
Y que yo no pertenezco a ese reino.
1 comentario:
Yo digo que la luz es para la oscuridad, de esa forma la apreciamos aun mas, de que le serviría la luz a uno ya iluminado?
Se tiene todo y nada y es que jamás es suficiente.
Cuídate man, mucha buena vibra, olvídate del odio.
Un iluminado gustoso de la oscuridad.
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