My life, has been extraordinary: blessed and cursed and won.


martes, 17 de agosto de 2010

Día 229. Sobre la educación, lo mexicano y los medios (lo de siempre)

Paseando por los foros de IMDb en busca de perspectivas para mi reseña de "Mi Villano Favorito", me encontré con un tópico que hacía mención a una broma en particular que tenía una buena dosis de humor negro. El usuario se quejaba por el tono de la broma, y aludía a la pérdida de la sensibilidad en los padres de familia que encontraban cómica dicha situación. Más abajo, una réplica al comentario colocó una liga a un artículo que me dejó pensando aún más.
El artículo en cuestión, titulado "A Nation of Wimps" (Una Nación de Llorones, en una traducción coloquial),  sugiere que los padres actuales vigilan tanto a los niños, y tratan de quitar todos los obstáculos con tal minuciosidad, que terminan por volverlos unos "llorones". También explica que el factor de derrota es la clave para que el método de "prueba y error", al que deben estar sujetos en la infancia, se ve desequilibrado cuando el "error" es constantemente eliminado o reducido por los propios padres, quienes, en un esfuerzo sobrehumano para que sus hijos "tengan todo lo que ellos no tuvieron" dejan de darse cuenta que están resolviéndoles la vida en las partes en donde los mismos hijos deben avocarse a resolverla por ellos mismos, y por ende, los vuelven dependientes, frágiles y más propensos al fracaso cuando se ven enfrentados por sí mismos ante una determinada situación.

Platicando con compañeros de trabajo que vivieron una infancia en décadas distintas, llegamos a la conclusión que los niños de hoy, mientras que "viven un paraíso", también sufren las consecuencias de estar inmersos en una burbuja durante su temprana infancia. Con progenitores que prefieren comprarles el mundo antes de verlos llorar, los niños aprenden a chantajear de mil maneras distintas, encuentran los puntos débiles de los padres, y, al estar más propensos a vivir en un mundo globalizado, demandan lo que ven de otras culturas, como la americana.

Esto puede tambien definirse como una seria pérdida de valores e identidad cultural, toda vez que, a la par de aprender a través de los medios un estilo de vida que no es el suyo, dedeñan el ambiente cultural e ideológico bajo el cual nacieron, convirtiéndose así en "grinches" de lo mexicano, de lo propio, de lo patriótico.

Quizás es por ello que el Bicentenario se siente más en los medios que en las personas. Además del desencanto por los errores, fracasos, corrupción y demás desaciertos del gobierno y la sociedad, se suma la añoranza por el césped más verde, claro, el del vecino. Quizás haya que volver a las épocas de antaño, un poco de dureza para educar, enseñar lo que "respeto" significa de verdad (y no digo que volvamos a los golpes), quizás haya que dejar que los niños se valgan por sí mismos para que aprecien lo que los padres les dan, y a la vez, para que vean que los medios mienten descaradamente, que su vida no es (y tal vez jamás será) una película, telenovela, o serie de televisión.

Quizás escribo esto en un momento de lucidez de la conciencia, tras leer sobre una situación que me suena muy familiar, y quizás el que necesite los consejos soy yo.

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