Continuamente pensamos que existen muchas cosas en la vida que no merecen nuestra atención, y no nos damos la oportunidad de probarlas. A mi mente vienen muchos ejemplos, siendo los más comunes los momentos de decisión. Al llegar a un restaurante, ¿cuántas personas consideraron otras opciones antes de elegir el lugar correcto? Cuando se está ante un menú ¿cuántos deciden el plato que comieron la última vez en lugar de probar uno nuevo? En el cine ¿Cuántos se dejan llevar por el nombre del actor, considerando que una película es buena sólo por quien aparece en ella? ¿Cuántos de nosotros pasamos por una tienda y pensar que “está interesante” y sin embargo, nunca nos paramos para ver qué tiene?
Todos esos errores se lo aplicamos inmediatamente a la publicidad y al mal manejo de estrategias. Es muy común encontrarnos con comentarios que aluden a una campaña con fines erróneos, a que el nombre de cierto lugar no invita a la gente, a que la imagen está muy pobre, etc. Pero existen muchos casos en donde los prejuicios de las personas son los que las detienen. Yo osy en ejemplo de carne y hueso. Pluma Universitaria lleva más o menos un año siendo publicada, y, a pesar de ser una de las personas que siempre exigía un lugar para expresar mis ideas, nunca consideré seriamente en escribir un artículo. ¿Por qué? Una muy buena pregunta que, sin embargo, tiene una sencilla respuesta. Mis prejuicios bloqueaban mis deseos de expresarme. A menudo me sentaba frente a la computadora, escribía unas líneas, y las borraba inmediatamente, pensando que sonaban mal, que no invitaba a nadie a leer el artículo, que era insulso y aburrido, y terminaba desechando hasta la idea que quería externar.
Hay que tener en cuenta un mensaje muy importante que se está poniendo de moda. Los mensajes ocultos en el agua comprueban la teoría de la fuerza de los pensamientos. Y nosotros que somos 90% agua, ¿seremos afectados por la fuerza de nuestros prejuicios? Por supuesto que sí. Somos víctimas de los juegos mentales, de las ideas y paradigmas que lentamente se van incrustando en lo profundo de nuestro cerebro. Los prejuicios pueden formar una actitud en menos de un segundo. Quien sabe cuántas oportunidades de mejorar nuestras vidas se han ido por un simple pensamiento negativo, por un rechazo a elegir una opción distinta. No olvidemos la época en la que vivimos, tan individualista, fría y distante y cibernética. Un querido amigo, que probablemente leerá este artículo, solía decirme que no me adentrara en el juego de la sociedad. Triste época la nuestra, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Todos esos errores se lo aplicamos inmediatamente a la publicidad y al mal manejo de estrategias. Es muy común encontrarnos con comentarios que aluden a una campaña con fines erróneos, a que el nombre de cierto lugar no invita a la gente, a que la imagen está muy pobre, etc. Pero existen muchos casos en donde los prejuicios de las personas son los que las detienen. Yo osy en ejemplo de carne y hueso. Pluma Universitaria lleva más o menos un año siendo publicada, y, a pesar de ser una de las personas que siempre exigía un lugar para expresar mis ideas, nunca consideré seriamente en escribir un artículo. ¿Por qué? Una muy buena pregunta que, sin embargo, tiene una sencilla respuesta. Mis prejuicios bloqueaban mis deseos de expresarme. A menudo me sentaba frente a la computadora, escribía unas líneas, y las borraba inmediatamente, pensando que sonaban mal, que no invitaba a nadie a leer el artículo, que era insulso y aburrido, y terminaba desechando hasta la idea que quería externar.
Hay que tener en cuenta un mensaje muy importante que se está poniendo de moda. Los mensajes ocultos en el agua comprueban la teoría de la fuerza de los pensamientos. Y nosotros que somos 90% agua, ¿seremos afectados por la fuerza de nuestros prejuicios? Por supuesto que sí. Somos víctimas de los juegos mentales, de las ideas y paradigmas que lentamente se van incrustando en lo profundo de nuestro cerebro. Los prejuicios pueden formar una actitud en menos de un segundo. Quien sabe cuántas oportunidades de mejorar nuestras vidas se han ido por un simple pensamiento negativo, por un rechazo a elegir una opción distinta. No olvidemos la época en la que vivimos, tan individualista, fría y distante y cibernética. Un querido amigo, que probablemente leerá este artículo, solía decirme que no me adentrara en el juego de la sociedad. Triste época la nuestra, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
1 comentario:
Chida frase de cierre.
Tienes la triste razón...
Jaa na !!
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