¿Qué es lo que está pasando con la juventud del presente? Antes, la adolescencia y la juventud se caracterizaban por ser rebeldes con causa, ir en contra de lo establecido con propuestas nuevas, de contracultura, novedosas y cargadas de energía. Hoy, las ideologías de los jóvenes carecen completamente de argumentos y fundamentos, razones intelectuales ó sociales. Las nuevas propuestas son refritos de las reformas de los setentas y ochentas. Punketos, darketos, bohemios, hippies, falsos estandartes en blanco, que ya no promueven ideales, sino imágenes huecas, despojadas de su belleza rebelde. Se lucha por luchar, no por cambiar, proponer, o destruir paradigmas. Se habla de una libertad, pero se busca un libertinaje. El orden establecido es el nuevo anticristo, los valores y las costumbres son las vías de sus aquelarres, la rebeldía, el desorden social, las revueltas y la lucha por las clases populares son las consignas de hoy en día. sin embargo, no se molestan en acompañar esos gritos con soluciones, porque para eso está el gobierno, las instituciones. Sólo ahí son reconocidas. Los intereses del pueblo vuelven a tejer las banderas de las revoluciones, y nadie se percata que los costureros lo hacen con sus propias agujas, uniendo superficialmente las necesidades del hambre y la pobreza de un pueblo con sus ambiciones personales.
¿Quién ganará en un conflicto de intereses personales? Aquel que sepa aunar a su causa los malestares sociales. La filosofía se ha quedado atrás, víctima de la apatía por investigar y pensar. Jóvenes son aquellos que esuchan los ideales y se unen a la marchas sin preguntar qué caso tiene hacer todo eso. Jóvenes, los que aceptan un estereotipo de contracultura, rebelde y alborotador, teniendo cuidado de portarlo en la calle, en los desfiles, en las manifestaciones, pero arrojándolo al suelo apenas pisen su hogar. Lo juran y prometen con sus amigos, pero niegan su ideología social con sus abuelos, necesitados también de las nuevas reformas sociales.
Lo viejo, lo establecido, es aborrecido y repudiado. No sólo se condena, se destruye, todo sea por la nueva juventud eterna. Aquellos jóvenes entrados ya en los cuarenta, que se definen a sí mismos como los líderes del nuevo mundo, ciegos ante las hojas caídas del calendario, a las arrugas que muestra el espejo, a su propia necedad.
¿Quién paga por este conflicto de intereses, esta manipulación del conocimiento, esta razón muerta? Los verdaderos soñadores radicales, aquellos que, por sobre todas las cosas, queremos ver un mundo igual, en donde los derechos humanos se respeten en todas las clases sociales, donde humano y animal puedan coexistir en un mismo plano dimensional. Nosotros, recién nacidos que apenas estamos abriendo los ojos a un mundo desigual, roto, muerto. Nosotros, que absorbemos los conocimientos presentados como esponjas. Arrojados en un vertiginoso vórtice de pensamientos, ideologías, culturas, información, prestamos atención a todo lo que nos llama con su tentadora manzana de Eva. Tomamos aquello que nos parece correcto, en un contexto que no tiene pies ni cabeza. Choques de culturas, de intereses personales, pugnas sociales. Igualdad y libertad todavía son utopías que no podemos alcanzar. El mundo capitalizado es catapultado a una nueva dimensión ajena a nuestra razón y corazón.
Identidad no puede ser usado en plural, en social, sometida siempre a los grupos sociales, tan diversos, separados y encontrados, que no se puede ejercer una posición neutral y amigable. Caminemos un poco más, en la espera de ver una verdadera revolución del pensamiento, en donde podamos llegar a comprender qué demonios son la igualdad y la libertad, como esencia, y no como banderas políticas.
¿Quién ganará en un conflicto de intereses personales? Aquel que sepa aunar a su causa los malestares sociales. La filosofía se ha quedado atrás, víctima de la apatía por investigar y pensar. Jóvenes son aquellos que esuchan los ideales y se unen a la marchas sin preguntar qué caso tiene hacer todo eso. Jóvenes, los que aceptan un estereotipo de contracultura, rebelde y alborotador, teniendo cuidado de portarlo en la calle, en los desfiles, en las manifestaciones, pero arrojándolo al suelo apenas pisen su hogar. Lo juran y prometen con sus amigos, pero niegan su ideología social con sus abuelos, necesitados también de las nuevas reformas sociales.
Lo viejo, lo establecido, es aborrecido y repudiado. No sólo se condena, se destruye, todo sea por la nueva juventud eterna. Aquellos jóvenes entrados ya en los cuarenta, que se definen a sí mismos como los líderes del nuevo mundo, ciegos ante las hojas caídas del calendario, a las arrugas que muestra el espejo, a su propia necedad.
¿Quién paga por este conflicto de intereses, esta manipulación del conocimiento, esta razón muerta? Los verdaderos soñadores radicales, aquellos que, por sobre todas las cosas, queremos ver un mundo igual, en donde los derechos humanos se respeten en todas las clases sociales, donde humano y animal puedan coexistir en un mismo plano dimensional. Nosotros, recién nacidos que apenas estamos abriendo los ojos a un mundo desigual, roto, muerto. Nosotros, que absorbemos los conocimientos presentados como esponjas. Arrojados en un vertiginoso vórtice de pensamientos, ideologías, culturas, información, prestamos atención a todo lo que nos llama con su tentadora manzana de Eva. Tomamos aquello que nos parece correcto, en un contexto que no tiene pies ni cabeza. Choques de culturas, de intereses personales, pugnas sociales. Igualdad y libertad todavía son utopías que no podemos alcanzar. El mundo capitalizado es catapultado a una nueva dimensión ajena a nuestra razón y corazón.
Identidad no puede ser usado en plural, en social, sometida siempre a los grupos sociales, tan diversos, separados y encontrados, que no se puede ejercer una posición neutral y amigable. Caminemos un poco más, en la espera de ver una verdadera revolución del pensamiento, en donde podamos llegar a comprender qué demonios son la igualdad y la libertad, como esencia, y no como banderas políticas.
1 comentario:
Por desgracia desde Tomás Moro estamos viviendo en espera de una Utopia en donde vivir.
Me gustó mucho su idea, pero no tanto como para sublimarla hasta Big Brother (el original, no el programa de TV)...
Creo que lo que necesitamos es empezar a salir sin prejuicios nosotros para darnos a conocer y los demás se animen.
Jaa na !!
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