Puedo decir que nací como cualquier bebé, crecí como algunos niños y entré en la pubertad con un espinazo de autómata. En algún punto entre el punto A y el B perdí la emotividad, o me gustaría decir, que la suprimí. Es algo de lo que me he percatado últimamente, viviendo semanas un tanto intensas en El Periódico, escuchando historias que deberían asquearme, enojarme, indignarme, declaraciones que parecen mofas a la autoridad, hechos verdaderamente inconcebibles para todo aquel idealista que aún crea que las leyes son para cumplirse. Y todo lo que logran arrancarme es una subida de ceja, y un silencioso "mmmta".
Fue entonces que comencé a cuestionarme si esta falta de asombro es intrínseca, propia e individual, o si es un fenómeno colectivo que sucede en otras personas de mi edad y condición social. Esta cuestión no vino sola, como una espontánea chispa de luz que me dijo "oyeee, estás maaal!!"... no. También fue un colateral de una airada discusión sobre la educación, la influencia de los medios en la conducta social y los límites de la conciencia y el libre albedrío... osea, como cualquier discusión de sobremesa ¿no? Tal vez... tal vez no.
Bueno, el caso es que yo "defendía" a un videojuego japonés (al estilo de Grand Theft Auto, pero donde tienes que violar y matar personas en orgías y cosas así para pasar las misiones) que hacía un poco de bulla en la página de El Universal, y a lo cual, una compañera se escandalizó. Como lo mencioné anteriormente, a mí sólo me arrancó un "orale", y volví a mi trabajo. Entonces le dije que el videojuego era sólo eso, que no tenía por qué gritar, si la decisión de jugarlo recae en la persona, con su libre albedrío incorporado, ya que el juego no tenía ninguna conciencia amenazadora que obligara al "niño" a poner las manos encima. Bueno, de ahí se soltaron los toros, y como todas las editoras son mujeres, peor tantito. Para cuando pude detenerme a reflexionar, me di cuenta que estaban motivadas por algo, un enojo y una indignación de las que yo carecía, sin saber realmente por qué.
Y puede ser, que en realidad no sea tan emotivo, por un cierto temor que tengo al compromiso. Ahorita lo puedo aceptar abiertamente, tengo una reticencia a involucrarme en actos que requieran de un compromiso enorme, como el compartir una ideología externa a mi persona - de ahí la imposibilidad de poder adoptar una religión concreta. Demasiadas dudas, demasiados contras que al final no sopesan los pros.
Desafortunadamente, mi carácter emotivo y visceral también debe mantenerse alejado del compromiso que genera el compartir ideas ó movimientos, y ahí está el núcleo del problema. Si lo siento, terminaría comprometido, y eso es algo que no me gusta hacer en muchos casos, por eso me mantengo distante y evasivo con ciertos temas, desdeñándolos y atribuyéndolos a nuestra (maldita?) naturaleza.
1 comentario:
Creo... aquí termino... he visto casi todo tu blog... excepto las que no salen normalmente y luego me pasarás...
Aldous... yo también sufro con mis comentarios de alegría ante historias nuevas, como el secuetro de una niña que termina matando a los agresores, siendo que todos se conmueven... yo sólo digo: "es muy chido lo que pasó" pues veo la narratividad, no el hecho social...
Aldous... en cualquier momento me mudaré a tu otro blog para leerte más... eres un gran escritor... me he enamorado de tus trazos azules... necesito conocerte más a fondo, como eprsonaje histórico de la literatura, como persona, como amigo... =)
Jaa na !!
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