Y como quien suelta una parvada de palomas de su mano, todos hemos volado en distintas direcciones. El tiempo oficial para graduarnos ya pasó y yo sigo en la universidad, la mitad de mis compañeros están dispersos por ahi, cada cual arrojándose a lo que la vida les dé. Yo por mi parte, he fijado metas en lo que de verdad quiero hacer, y por difícil que parezca, voy a empecinarme en lograrlo. ¿Y qué es eso? Pues entrar a la carrera de Letras Inglesas en la UNAM, de ser posible, el próximo año.
Este viaje al D.F. me sirvió para tantear terreno, reconocer y olfatear las adversidades que se me puedan presentar. Por fin he encontrado un poco de paz y estabilidad en mi vida, y he logrado dispersar muchos temores, inseguridades y rencores. Y para los que conocen qué pasó, no fue un acto mágico e individual, lo que hice fue atravesar una puerta hacia terrenos que ya había olvidado y bloqueado con ladrillos de furia y resentimiento.
Y ahora, después de cuatro años de haberme ensañado con mi canción favorita, vuelve a recordarme todo lo que fui antes de entrar a la universidad, y todo lo que aún me espera de la vida. Es tiempo de cambios, es tiempo de cerrar un círculo y abrir otro, de volver a comenzar, de valerme por mí mismo, y de luchar por lo que realmente quiero. Es ahora cuando veo las cosas de otro modo, cuando de pronto todo se vuelve claro y veo el sendero de luz que desaparece entre las ortigas del quehacer cotidiano, de las rutinas y la monotonía.
Quiero agradecer a toda mi familia por haberme dado su máximo apoyo durante este mes de vacaciones, y es que ahora sí he dependido de personas a las que jamás pensé en apoyarme. Muchos de mis familiares han cobrado verdadera fuerza en mi corazón por las cosas que voluntariamente se han ofrecido en hacer por mí. Me da mucho gusto llegar una o dos veces al año y sentir que llevo conviviendo toda la vida con los tios del Distrito.
En este viaje ha habido de todo, desde salidas al cine, hasta cenas con mis amigos de Cancún. Me he perdido muchas veces en las salidas del metro o de plano me voy al otro lado. Vi a la Gusana Ciega en concierto, me firmaron un disco, platique hasta que amaneció con mi familia, encontré nuevos y gratos amigos, conocí nuevos aspectos y calles de la ciudad, caminé solo por primera vez sin miedo en las calles, y finalmente, encontré que la gente sí respeta las diferencias (o al menos les vale gorro), y lo más importante, encontré el valor de los pequeños momentos de la vida. Siempre que venía de vacaciones quería salir y disfrutar de la ciudad al máximo, recorrer el centro, los tianguis e irme a Six Flags, pero ahora le he encontrado un valor más alto a esos pequeños detalles: andar en metro, platicar con los amigos de mis primos, encontrar en barecito el ambiente perfecto para pasártela bien toda una noche sin un segundo de aburrición, conocer en persona a un blogger, volver a jugar las Tortugas Ninja con mis primos a pesar de que ahora nos maten a cada rato, ... miles de sabores, experiencias, visiones, espectros, ideales, fantasías, y sentimientos se conjugan en una red de cadenas que ataron mi corazón a este momento y este lugar, dejándome atontado, contento, efusivo, ansioso, y sediento de mas....
On a Rainy Monday...
I feel it inside me...
2 comentarios:
Valla, con esta crónica si que dan ganas de ir a pasear por la ciudad, de repente uno olvida que si es bonita jeje XD
Pero qué bonito narraste. Me dieron escalofríos de leerlo así. Se sintió tan chido.
Algún día espero salir a las calles contigo y hacer lo que los franceses llaman [flanegrí]. Es un hermoso verbo que no sé redactar, pero sí pronunciar.
Yo también encuentro la estética en esos detalles. Pasar bajo un árbol, abrir una botella fría, ver la estantería de tu cuarto con un nuevo ejemplar, terminar un solitario, subir de nivel videojugando, platicar con un amigo, oler el acondicionador en el cabello de alguien... ah... es bueno gustar de esos detalles.
Jaa na !!
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