A lo largo de este año, he tenido lapsos de olvido para mis blogs, pero sin duda ninguna brecha había sido tan amplia como la que imperó desde mi regreso de Playa del Carmen. Lo que quedaba de octubre se perdió entre unos poemas libres, y noviembre se vio marcado por diversos factores que me alejaron de este espacio virtual, y me arrojaron a otros más sociales, como Facebook.
Ahora, en pos de redimirme, quiero dejar al menos una pequeña reminisencia de lo que fue un noviembre marcado por gratos recuerdos, vagas promesas, y un renovado primer espacio, del cual a veces ya no quiero salir.
1. La promesa del conocimiento ilimitado, y un renovado gusto por los misterios, y la espiritualidad de manifestaron a mediados de noviembre, mediante un par de revelaciones que no estoy autorizado a definir.
2. Reunión de los ex-Da Vinci. Una foto subida al Facebook por Michelle Tellechea, antigua compañera de secundaria y de grupo de locker, detonó una serie de comentarios, anécdotas y recuerdos, que culminaron con la promesa de una reunión a principios de diciembre. La citada fecha llegó, y aunque no me pude quedar al final, el rato se pasó como agua, cargado de risas nostálgicas, miradas inciertas, y una sensación de que, a pesar de los evidentes cambios en rostros y complexión, ninguno se veía "acabado". Esto último dejó un buen sabor de boca.
3. Más chamba. Debido a una ausencia voluntaria y a otra muy involuntaria, mis responsabilidades dentro de El Periódico han aumentado, y con ello un poco del sueldo. Este hecho, además de generarme una sádica satisfacción, también ha generadome unos impredecibles cambios de humor.
4. Mi piercing. Pareciera que vuelvo a mi adolescencia al cumplir sueños pubertos hasta los 23. El macizo era uno en la ceja, pero tuve que conformarme con uno en la oreja, cortesía de mi madre.
1 comentario:
Espero que tengas una muy feliz navidad apreciado amigo, gracias por seguirme tan de cerca!!!
Un fuerte abrazo!
Alberto
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