Poco a poco, como quien se seca las lágrimas tras una larga tarde amarga, las dudas van cediendo el paso a las respuestas.
Son intangibles, sí, incluso inenteligibles.
Pero son reales.
Y son lo único que tengo.
Porque después de haber estado muerto en vida por tanto tiempo, lo único que anhelas, es ese calor inexplicable que de un momento a otro se enciende dentro de tí.
Es cálido, real.
Reconfortante, cautivador.
Es el calor del amor.